La ruta de Spira y las primeras incursiones europeas en suelo tacarigüense

 Apartado del libro "Etnohistoria del arte rupestre Tacarigüense". Disponible en: http://saber.ula.ve/handle/123456789/47672

Sobre la base de las fuentes consultadas, tal vez la primera incursión terrestre europea en el contexto espacial de esta investigación [región Tacarigüense, centro-norte de Venezuela] haya sucedido en 1534 o 35[1], a cargo del alemán Jorge de Spira, gobernador de la provincia de Venezuela (Hutten, 1988 [1785]: 349-350; Aguado, 1950 [1582]: 117, 119; Oviedo y Baños, 1992 [1723]: 36, 37). En efecto, Spira saldría desde Coro con ochenta hombres a caballo a la conquista del Sur, llevando un itinerario que tal vez lo llevó a atravesar una sección de la región Central venezolana, específicamente la costa de Borburata, la sección Occidental de la cordillera de La Costa y los Valles Altos de Carabobo, si se toma en cuenta como dato principal un topónimo mencionado en uno de los pocos documentos que se relaciona con eso (Hutten, 1988 [1785]: 349-350; Aguado, 1950 [1582]: 118; Oviedo y Baños, 1992 [1723]: 37).  

Un hecho digno de destacar de la gestión inicial de los Belzares[2] fue la participación del español Juan de Villegas, quien fue integrante de la mentada expedición de Spira en calidad de escribano y capitán, contribuyendo además con armas y caballos (Castellanos, 1987 [1589]: 213-214; Nectario María, 1967: 270; Avellán de Tamayo (2002) [1992]: 71; Montenegro, s/f: 46). Pues, este personaje más adelante sería actor principal de la penetración y colonización europea del contexto espacial de esta investigación, sospechándose entonces que realizó con Spira su primera penetración y actuación en la región tacarigüense[3]. En efecto, se plantea que esta incursión le habría permitido a Villegas (re)conocer la costa de Borburata y su vertiente cordillerana, y, quizá, recibir información sobre las tierras ubicadas al otro lado de las montañas, esto es, sobre el lago de Valencia, su fértil valle y la población aborigen de sus predios.    

No obstante, las fuentes son un tanto imprecisas al mencionar el paso y actuación de la expedición de Spira por tierra tacarigüense, quedando muchas interrogantes a responder. Por ejemplo, ¿Cuál camino se utilizó? ¿Habría pasado o conocido la existencia del lago de Valencia? ¿Cuál sería el recibimiento de los indígenas y el trato de Spira hacia éstos? ¿Entraría en contacto Juan de Villegas con los caciques principales de la zona, los mismos que en 1547 “harían paces” con él? ¿“Rescatarían” oro con los indígenas? ¿Los mineros de la expedición habrían catado los ríos y encontrado oro? La determinación del itinerario de esta expedición por el contexto espacial de esta investigación, en especial si penetró hacia los valles y las orillas del lago de Valencia utilizando alguno de los caminos trasmontanos cordilleranos, sería un asunto aún por resolver dentro de la historia regional. Este tema se erige de interés en esta sección de la investigación, pues acaso Spira habría marcado un itinerario de ruta expedicionaria que pasaba por una sección de la región Central seguida luego por otras avanzadas alemanas hacia el sur, como la de Hutten[4]. Por consiguiente, sería un punto de referencia importante para comprender, de alguna manera, el grado de afectación de las incursiones terrestres en la población aborigen tacarigüense durante la primera mitad del siglo XVI.

A pesar de la parca existencia de datos, se pudiera recrear la posible actuación de los Belzares por la región tacarigüense, en principio tasando el carácter ultrajante y autoritario de su actuación en suelo americano. Por ejemplo, el uso de perros como instrumento para la cacería, guerra, amedrentamiento y/o ajusticiamiento de indígenas en la expedición de Spira se deja entrever en el testimonio del soldado alemán Felipe de Hutten, el cual narra la captura de unos indígenas involucrados en la muerte de un soldado: “…llegó Cardenas, trayendo prisioneros a 30 piezas de indios (…) habían algunos que presenciaron la muerte del cristiano; a estos los hizo devorar por los perros en presencia de los demás; a los otros los repartió entre los cristianos…” (Hutten, 1988 [1785]: 353). A su vez, Juan de Castellanos relata el apresamiento de un guerrero indígena Chipa[5], el cual con otros dos había sostenido un combate con siete miembros de la expedición de Spira en algún lugar del valle de Yaracuy. El indígena, logrando escapar, aunque encadenado, fue perseguido por españoles y un perro:  

Era perro de gran conocimiento / Y bien instructo para tales lances; /Y como lo vió ir en el momento / Sigue del fuerte chipa los alcances: / El indio reparó, ya sin aliento, / O sin temor quizá de tales trances, / Y como vió venir aquel alano, / Para se defender probó la mano. / Mas el perro feroz encarnizado, / Sin recelar los golpes de cadenas, / Saltó con el mancebo desdichado, / Cebándose en la sangre de sus venas; / Y de sus carnes, ya despedazado, / Las voraces entrañas fueron llenas, / Y ansí se concluyó la valentía / De que dio claras muestras aquel día [Parte II, Elegía II, Canto I] (Castellanos, 1987 [1589]: 14).

Pero además, el despotismo de Spira se mostraría desde el mismo momento de su llegada, cuando ordenó la captura de indígenas jirajaras[6] para despacharlos a la metrópoli en calidad de esclavos, aprovechando el navío que lo había traído de España (Aguado, 1950 [1582]: 117). Se pudiera presumir entonces que la necesidad de víveres, guiatura, carga y/o de obtención de riquezas de su primera incursión conquistadora (la que siguió la ruta de Borburata), de alguna manera se haya mitigado violenta e impositivamente entre los aborígenes tacarigüenses.

Por lo pronto, sobre el sugerido paso y actuación de Spira por la región tacarigüense sólo existen entre los estudiosos del tema disímiles opiniones y conjeturas. Por ejemplo, para Rafael Saturno Guerra[7] la marcha del alemán se habría realizado por el llamado abra de Trincheras, una interrupción de la cordillera de La Costa entre la cuenca del lago de Valencia y el litoral carabobeño: “…partió de Coro [Spira] caminando por las faldas de los montes hasta Borburata y por el desfiladero de La Entrada cruzó los valles del interior, y dirigiéndose luego hacia el occidente llegó por Nirgua a Barquisimeto…” (1960: 49-50). Por su parte el Dr. Asdrúbal González[8] asevera que la ruta tomada habría sido la misma que marcó el rumbo para las entradas armadas hacia la afanosa e infructuosa búsqueda del mítico Dorado:

 

Se adentraba en el valle borburateño, subía la cordillera, y después bajaba tranquilo a Vigirima. Fue ruta de conquista, que abrió posibilidades para la fundación de Valencia y después Caracas: ribereña del mar, en retaguardia, quedaba Borburata. También será la vía de los llanos, afanosamente seguida por los conquistadores en busca de El Dorado. Aparece en función desde 1534 -un lustro apenas tenía Coro-, cuando Jorge Spira lo atraviesa con ochenta hombres a caballo, para emprender la osada ronda de cinco años que aniquilaría un tercio de su gente (González, 2008: 26-27). 

Sin embargo, y a diferencia de su recorrido por los llanos, hay una importante omisión en las crónicas transcritas del o sobre el siglo XVI alusiva a cualquier noticia referida al paso de Spira por la cuenca del lago de Valencia. Quizá esta inadvertencia pudiera sugerir que esta situación no haya ocurrido, por lo cual significaría un error histórico sostener como tal este acontecimiento. Y es que la ambigüedad de las fuentes histórico-documentales sobre este tema se dejan entrever -por ejemplo- en los relatos de los cronistas Oviedo y Baños y Aguado, que aunque breves, pudieran entenderse de varios modos o admitir distintas interpretaciones y dar, por consiguiente, motivo a dudas, incertidumbre o confusión. En efecto, mientras Oviedo y Baños señala que Spira salió de Coro “…por la costa del mar al puerto de la Borburata, para por allí entrar con más conveniencia a incorporarse con ellos…” (1992 [1723]: 37), Aguado refiere que éste tomaría “…la derrota de la Burburata por la rribera de la mar, prosiguió su camino a encontrarse con la gente de a pie que de delante abia enbiado…” (1950 [1582]: 119). De manera que, siguiendo la cita de Aguado, por ejemplo[9], no queda del todo claro el arribo de Spira a Borburata, pues según éste tomó la derrota -es decir, el rumbo o dirección- que comunicaba hacia esta parte de la costa, mas ello no significaría que haya llegado a ese destino.

La tesis de que la expedición de Spira no arribó a Borburata pudiera tener sustentación en el testimonio del cronista Juan de Castellanos (1987 [1589]: 213), donde ni siquiera se menciona su llegada a esa zona costera. Empero, la vaguedad del recorrido de la expedición entre el camino de la costa y su llegada al valle de Yaracuy en este relato tampoco consentiría la obtención de conclusiones plausibles. Principalmente la contrariedad en la versión de Castellanos se presenta por el uso de topónimos actualmente inexistentes, lo que obstaculizaría la identificación de la ruta tomada por la expedición durante este tramo, en especial luego de atravesado la desembocadura del río Tocuyo (oriente del estado Falcón).   

Con todo, cabe puntualizar algunos aspectos interesantes de la narración de Castellanos (1987 [1589]) sobre el itinerario de Spira y los supuestos hechos acontecidos en su recorrido: 1) ciertamente, el relato no hace alusión clara a la llegada del alemán a la comarca o puerto de la Borburata, un punto geográfico al oriente de Coro aparentemente referencial para los europeos de la época; 2) luego de hacer campamento en Tucuyo (río Tocuyo), la expedición pasaría por Cazanar (¿actual Sanare?), donde la expedición tomaría el camino de la derecha: “…Pasó por Cazanar, y hizo muestra / Ir el camino de la mano diestra…” (p. 213); 3) llegarían a la provincia de los indígenas Ticares, diferentes éstos en costumbres a los Caquetíos, donde los europeos cometieron tropelías entre la población y no obtuvieron ninguna riqueza: “…Entrellos se castigan los escesos (…) No tienen oro, plata ni dinero (…) Son en todas costumbres diferentes / De todas las demás cercanas gentes…” (p. 213); 4) de que el territorio de los Ticares se ubicaba en algunas de la serranías al oeste del rio Yaracuy[10] se evidencia en el avistamiento de las cabeceras de un río pasado el sitio de Cazanar: “…Atravesó por villas y lugares, / Y del Aragua[11] vió la fuente; / Entró por la provincia de Ticares, Pobre feroz y belicosa gente…” (p. 213); 5) que la provincia de los Ticares se habría ubicado en una agreste serranía cercana al valle de Yaracuy, nuevamente se evidencia en el siguiente pasaje: “…Y ansí los nuestros, vistas estas mañas / Y no hallar allí próspero dote, / Rompieron por las ásperas montañas / Hasta venir á dar á Cocorote [valle de Yaracuy[12]]…” (p. 213).

Por otra parte, un asunto a considerar sobre este tema tiene que ver con la posibilidad de que el topónimo Borburata haga alusión a un extenso territorio al que pertenecía el litoral carabobeño (contexto espacial de esta investigación). En otras palabras, la zona costera conocida en el siglo XVI como Borburata tal vez abarcaba desde la boca del río Yaracuy por el occidente hasta Puerto Maya por el oriente, o lo que es lo mismo, la costa de los estados Carabobo y Aragua (subregión litoral tacarigüense). Lo anterior, se deja entrever en las siguientes citas:   

 

Por muchas partes tenían noticia de que en la provincia de la Burburata abia algunos naturales donde se podían sustentar y entretener parte de los españoles que con el estaban, y asy enbio vn capitán, llamado Pedro Alvarez, con quarenta hombres, a poblar aquella provincia, el qual poblo en la costa de la mar el pueblo que comúnmente llaman de la Burburata (Aguado, 1950 [1582]: 304) [resaltado propio].

 

La jurisdicción de Borburata debió extenderse en primer lugar por la costa cercana, a uno y otro lado, y tras las montañas espalderas a los valles de Tacarigua y Aragua. Por la costa Este se extendería abarcando Ocumare, Choroní, Chuao y demás valles contiguos de ese litoral. Por el lado Oeste, a corta distancia estaba Puerto Cabello y territorio adelante limitaba con la ciudad de Coro. Al Sur una extensa e imprecisa jurisdicción (Castillo Lara, 2002: 32).

 

Sobre la base de estas ideas, aunado a la ausencia de referencias que sustenten la llegada de Spira a la cuenca del lago de Valencia, y tomando en cuenta además el plan que se tendría de avanzar hacia el oeste para el encuentro con la infantería enviada por el camino de la sierra de San Luis, cabe la posibilidad que la armada conquistadora de Spira haya llegado solamente al área occidental de Borburata, inmediata a la desembocadura del río Yaracuy. Tal presunción se sustenta también en el testimonio de Felipe de Hutten (1988 [1785]), soldado alemán testigo y partícipe de estos hechos, donde se compilaron ciertos datos de utilidad para trazar tentativamente el camino seguido por esta expedición en su periplo por la región Central venezolana.  

En efecto, sobre la expedición de Spira, el diario de campo de Hutten (1988 [1785]: 349-350) señala su salida de la ciudad de Coro el 19 de mayo de 1535[13], siguiendo un derrotero que la llevaría a atravesar montañas, ciénagas peligrosas y cursos de agua crecidos, entre ellos el río Tocuyo, donde acamparon por cinco días (p. 349). El 27 de ese mes, la expedición se encontraría con “…muchos malos pasos de agua…” (p. 349), lo que conmina a pensar el cruce por los ríos Aroa y Yaracuy. El día 29 -siguiendo el relato- pernoctaron cerca de una corriente de agua, donde Spira mandó un grupo de adelanto “…para conseguir canoas, abastecimientos, camino e indios…” (p. 350), es decir, entrarían a un territorio desconocido para los guías Caquetíos que posiblemente traían. Diez días después, el 9 de junio, el grupo enviado volvió al campamento cargado con “…unas 27 piezas de indios, un poco de semilla de maíz: (estos indios hablan) otro idioma (y son de) otra nación y son los eternos enemigos de los CACQUENCIOS…” (p. 350). Al día siguiente partieron, llegando al mediodía “…a un pueblo de nombre CANOABO…” (p. 350), continuando por varios días el recorrido hasta que a finales de ese mes invadieron una aldea de nombre “…OYTABO, el primero del ‘VALLO DE LAS DAMMAS’…” (p. 350).

Cabe entonces la posibilidad que el Canoabo mencionado sea el topónimo que aún se mantiene en la plena zona cordillerana al suroeste de Puerto Cabello (oeste del estado Carabobo), y que desde allí marcharan a uno de los extremos del valle del río Yaracuy conocido como el “Valle de las Damas”. Suponiendo que sea correcta esa identificación toponímica, se plantea que el itinerario de la expedición de Spira por la región Central venezolana estaría matizado por las siguientes tramas: 1) a la llegada del gobernador Spira (1534 o 35), la ciudad de Coro se encontraba incapacitada para abastecer de alimentos a los 400 soldados que conformaba su ejército conquistador (Aguado (1950 [1582]: 117; Nectario María, 1967: 34); 2), por tanto éste se vería obligado a apurar los preparativos para su expedición hacia la conquista del sur, sucediendo su partida en mayo, época poco propicia por ser el inicio de las lluvias; 3) posiblemente, el plan inicial de Spira habría sido bordear la sierra de San Luis por el este para penetrar el valle del río Yaracuy y llegar al área de Barquisimeto, acaso la ruta más propicia para encontrarse con los soldados que vendrían trasmontando esa serranía hacia el valle de Carora; 4) debido a la época invernal, quizá la zona deltaica del río Yaracuy -la vía de entrada más expedita hacia el valle homónimo- se habría encontrado inundada, por tanto poco propicia para avanzar por allí hacia el sur, una contrariedad para los baqueanos Caquetíos que probablemente guiaban la expedición; 5) teniendo necesariamente que continuar el derrotero hacia el este, Spira pasaría las desembocaduras de los ríos Yaracuy y Urama, es decir, entraría a la comarca de Borburata, en donde fijó campamento; 6) allí, mandaría una avanzada a encontrar, además de bastimentos, guías indígenas que pudieran dirigir la expedición por la cordillera de La Costa, desconocida para los baqueanos Caquetíos que seguramente llevaba la avanzada; 7) por diez días una vanguardia de la expedición recorrería el área de Borburata en búsqueda de provisiones, riquezas (oro) e indígenas para su utilización como cargadores y guías; 8) de esta manera, posiblemente algunos de los europeos que posteriormente fundaron ciudades y se asentaron en la región tacarigüense (entre ellos Juan de Villegas) recorrieron y reconocieron la geografía de la vertiente norte de la cordillera de La Costa, es decir, el paisaje costero tacarigüense; 9) a su vez, tal vez habrían oído sobre la existencia, atravesando la cordillera, de la comarca llamada Tacarigua y su extenso lago[14]; 10) la expedición, proveída entonces de bastimentos y cargadores, pero sobre todo de guías, continuaría su recorrido río arriba por la margen derecha del río Urama, siguiendo su curso hasta adentrarse en la cordillera de La Costa; 11) ya en plena serranía, con rumbo sur, llegarían a la unión de los ríos Canoabo y Urama, continuando el camino por la margen derecha del primero; 12) este camino llevaría a Spira hasta el pueblo de Canoabo, el mismo centro poblado actualmente ubicado en el municipio Bejuma del estado Carabobo; y 13) desde allí la expedición bajaría hacia el valle de Yaracuy pasando por los valles altos de Carabobo y Nirgua, encontrándose con el pueblo de Oytabo. Así, la armada europea comandada por el gobernador Spira, desde su misma llegada a la provincia de Venezuela en 1534 o 35, tal vez penetró e impactó negativamente a la población aborigen asentada en el área costera tacarigüense.


Posible ruta de Spira en su paso por la región Central en 1535. Los hitos numerados corresponden a: 1) acampada en el río Tocuyo; 2) paso por Cazanar; 3) provincia de los Ticares; 4) acampada en el río Urama y continuación por su cauce; 5) remontada hacia el pueblo de Canoabo; 6) llegada a los valles altos de Carabobo; 7) arribo al valle de Yaracuy.

Referencias 

Aguado, Fray Pedro de (1950) [1582]. Historia de Venezuela. Tomo I. publicaciones de la Real Academia de la Historia. Imprenta y editorial Maestre. Madrid, España.

Avellán de Tamayo, Nieves (2002) [1992]. La Nueva Segovia de Barquisimeto. Tomo I- II, tercera edición. Academia Nacional de la Historia. Caracas, Venezuela.

Castellanos, Juan de (1987) [1589]. Elegías de Varones Ilustres de Indias. Segunda edición. Academia Nacional de la Historia. Caracas, Venezuela.

Castillo Lara, Lucas Guillermo (2002). Nortemar Aragüeño, las querencias de azul y oro. Noticias coloniales de Choroní, Chuao y Zepe. Tomo I. Academia Nacional de la Historia. Caracas.

González, Asdrúbal (2008). San Esteban camino de la cumbre. ITALGRÁFICA S.A. Caracas, Venezuela.

Hutten, Felipe de (1988) [1785]. Diario y cartas de Felipe de Hutten. En: Gabaldón Márquez, Joaquín (Comp.). Descubrimiento y conquista de Venezuela. Tomo II: Cubagua y la empresa de los Belzares, segunda edición. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, núm. 55. Academia Nacional de la Historia. Caracas. Pp. 339-402.

María, Nectario Hno. (1967). Historia de la fundación de la ciudad de Nueva Segovia de Barquisimeto. Segunda edición. Impresos Juan Bravo. Madrid, España.

Montenegro, Juan Ernesto (s/f). Fragmentos del dieciseiseno. Colección Medio Siglo de la Contraloría General de la República, Serie Acervo Histórico. Caracas.

Oviedo y Baños, José de (1992) [1723]. Historia de la conquista y población de la provincia de Venezuela. Biblioteca Ayacucho, num 175. Caracas, Venezuela.

Saturno Guerra, Rafael (1960). Recado histórico sobre Valencia. Ediciones de la Universidad de Carabobo. Valencia.


[1] Oviedo y Baños y Aguado refieren que fue en 1534, Hutten en 1535. Por su parte, Nectario María publica un extracto de un documento del Archivo General de Indias, Patronato, 294, el cual reza: “Por el mes de febrero de 1535 llegó al puerto de Coro [Spira], nombrado Gobernador por los alemanes…” (1967: 33).

[2] La poderosa compañía alemana de la que Spira era miembro con la que el rey Carlos V hizo en 1528 un contrato de arrendamiento de la provincia de Venezuela.

[3] Asunto de interés para esta investigación, como más adelante se tratará.

[4] La ruta de la expedición de Hutten se tratará más adelante.

[5] Habitantes de la sierra de Aroa, al oeste del valle de Yaracuy, en el estado homónimo (Cfr. Rivas, 2001: 219).

[6] Posiblemente se haga referencia a los Jirajaras, Xideharas o Jiraras que habitaban la sierra de San Luis, al sur de Coro (Federmann, 1988 [1557]: 168, 236).

[7] Antiguo cronista de la ciudad de Valencia.

[8] Quien fuera cronista de la ciudad de Puerto Cabello.

[9] Descartando la de Oviedo y Baños, por suponer que la de Aguado sea más precisa al escribirse pocos años después de los acontecimientos referidos.

[10] Según Rivas (1989, I: 2-31), los Ticares o Aticares probablemente se localizaban en las elevaciones ubicadas en el extremo oriental de la sierra de Aroa o en los cerros al sur de la boca del rio Tocuyo, en donde aun existe un caserío llamado Sanare, el “Cazanar” de las fuentes antiguas.

[11] Tal vez el río Aroa.

[12] Cocorote se encontraría en la llanura o valle de Yaracuy (Cfr. Olavarriaga, 1981 [1722]: 78, 122; Vila, 1978: 123; Avellán de Tamayo, 2002 [1992] I: 635).

[13] En contraste con la fecha de 1534, mencionada por Aguado y Oviedo y Baños, y en concordancia con los documentos citados por Nectario María (1967: 33).

[14] Acaso la existencia del lago de Valencia se conocería desde tiempo atrás.

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