Instituciones museísticas de la región tacarigüense

En: Páez, Leonardo (2019). Patrimonialización de los sitios arqueológicos de la región del lago de Valencia (Venezuela): el caso del paisaje con arte rupestre del área Noroccidental Tacarigüense. Disertación de maestría, Programa de Posgrado en Memoria Social y Patrimonio Cultural, Universidad Federal de Pelotas (Brasil). Disponible: https://repositorio.ufpel.edu.br/handle/prefix/8838?locale-attribute=es 

En 1932 sale a la luz pública el libro Vestigios de la Atlántida de Rafael Requena, para ese momento secretario privado del presidente Juan Vicente Gómez y académico de número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Gassón, 2008: 112). Se trata de una obra donde se exponen las excavaciones arqueológicas que el autor practicó en la cuenca del lago de Valencia, conteniendo, entre otros asuntos, fotografías tanto de los trabajos de campo como de los materiales arqueológicos recuperados. Asimismo, incluye una reseña sobre la colección del llamado Museo de Pre-historia, constituida por más de tres mil objetos de diversas categorías compilados por el mismo Requena en los “Cerritos del Valle del Tacarigua, estado Aragua” (Requena, 1932: 303). Éste sería, entonces, el primer tratamiento museológico en Venezuela de los materiales arqueológicos del contexto espacial regional de esta investigación [región tacarigüense] (Díaz, 2006: 61). 

En efecto, de acuerdo con Márquez (2015: 8) el Museo de Pre-historia fue creado en 1933 con sede en la ciudad de Maracay, capital del estado Aragua, ubicado, al parecer, en una antigua casa del prócer independentista José Antonio Páez, en la plaza Bicentenaria de esa ciudad. Al decir de Márquez, la colección arqueológica del museo incluía también material recuperado por otros investigadores, como Julio José [sic: César] Salas, Luis Oramas, Walter Dupuy y Alfredo Boulton. Advierte también Márquez (2015: 8) que el museo cerraría sus puertas luego del fallecimiento del presidente Gómez (1935), y su colección llevada al Museo de Ciencias Naturales de Caracas. Sin embargo, refiere Díaz que el traslado a Caracas, por donación, se haría en 1940, constando de un aproximado de dos mil objetos (2006: 63, 64). Los demás materiales restantes quizá permanecieron en el museo de Maracay, de acuerdo a la reseña que hizo José María Cruxent sobre la colección particular y museo del Dr. Antonio Requena, hijo de Rafael Requena, citada por Díaz (2006: 64-65): “Sabemos de varias colecciones particulares en las que las pipas arqueológicas son abundantes, particularmente la que posee en su Museo el Dr. Antonio Requena” (Cruxent, 1946: 299). 

En base a lo señalado por Díaz, el Museo de Pre-historia tuvo un carácter privado, con apertura al público, según una reseña de prensa que describe una visita a sus instalaciones en 1932: “Cuando recientemente visitamos el Museo de Maracay, donde el doctor Requena ha ido acumulando las piezas que son testimonio irrefutable de sus trabajos de investigación antropológica” (en Díaz, 2006: 62). 

Tuvieron que pasar treinta y dos años para que la región tacarigüense contara con una institución museística surgida a partir de una política pública gubernamental: el llamado Museo de Antropología e Historia del Estado Aragua. En efecto, el museo se fundó por decreto del entonces gobernador del estado Aragua Ildegar Pérez Segnini, adscrito al también creado Instituto de Antropología e Historia del Estado Aragua, ambos bajo la dirección de la antropóloga e historiadora Henriqueta Peñalver Gómez (Márquez, 2015: 8). 

Algunos de los materiales arqueológicos indígenas tacarigüenses de la colección del Museo de Antropología e Historia del estado Aragua. Fuente foto izquierda: https://www.pinterest.com/pin/385620786826586822/ Fuente foto derecha: http://www.turismoenaragua.com.ve/museo-de-antropologia-e-historia/ (consulta: 23 de mayo de 2019).
 
Materiales arqueológicos indígenas tacarigüenses de la colección del Museo de Antropología e Historia del Estado Carabobo. Fuente: https://www.acn.com.ve/valencia-conserva-mas-10-mil-piezas/ (consulta: 8 de mayo de 2019). 

Los antecedentes del Instituto y Museo de Antropología se localizan a principios de 1960, cuando actividades agrícolas en los terrenos lacustres del lago de Valencia comenzaron a destruir ingente material arqueológico (Márquez, 2015: 8). Por tal motivo, el Museo de Ciencias Naturales conformó un equipo para ejecutar trabajos de prospección y excavación en el área, teniendo como resultado el decreto de la zona del lago de Valencia como Monumento Nacional, ocurrido en diciembre de 1964 (Márquez, 2015: 8-9). En ese mismo año y por el mismo motivo, la llamada Casa de los Celis, edificación colonial ubicada en el casco histórico de la ciudad de Valencia (capital del estado Carabobo), se pondría a custodia de Henriqueta Peñalver con el propósito de servir de sede al Instituto de Antropología e Historia del Estado Carabobo (Márquez, 2015: 9). Así, y luego de la restauración de esta casa, el 24 de junio de 1971 se inauguró el Museo de Antropología e Historia del Estado Carabobo, también bajo la dirección de Henriqueta Peñalver Gómez (Márquez, 2015: 9). 

De acuerdo a los señalamientos de Díaz (2006: 122), la organización político-administrativa de la cuenca del lago de Valencia (culata Occidental bajo jurisdicción del estado Carabobo y Oriental del estado Aragua) privó en la creación jurídica de los dos institutos antes señalados, con sus respectivos museos adscritos. Éstos fueron anexados a las Secretarías de Educación de los gobiernos regionales de Aragua y Carabobo, con sus propios decretos y estatutos, y con el apoyo del Ministerio de Relaciones Interiores y la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación (Díaz, 2006: 122, 124). Cabe resaltar algunos de los objetivos estipulados en el decreto de creación del Instituto de Antropología e Historia del Estado Aragua, suponiendo se trate de los mismos para su mellizo del estado Carabobo: 

Reunir en uno o varios Museos donde puedan ser exhibidos y convenientemente estudiados, los restos arqueológicos y culturales (…) acondicionar para su conservación y para que puedan ser visitados, con el carácter de monumentos arqueológicos e históricos, los restos culturales que por su naturaleza, y por no permitirlo las disposiciones vigentes, no pueden ser removidos del lugar en que hallaren (…) la valorización de nuevos yacimientos, restos y muestras que, por su interés, valor e importancia sean dignos de conservación y estudio, disponer su traslado al Museo o su acondicionamiento como Monumentos; (…) y en general, realizar todo aquello que conduzca al conocimiento del acervo cuya conservación y enriquecimiento se le confía (Peñalver 1965: 9 en Díaz, 2006: 123). 

De tales estipulaciones se desprenden varios aspectos interesantes. En primer término destaca la disposición de crear instituciones museísticas en la región tacarigüense, lo que ayudaría a establecer condiciones favorables para paliar la sustracción de bienes arqueológicos padecida, como también para implantar mecanismos de protección, conservación, estudio y exhibición de tales bienes. Se trataría entonces del fomento de una activación patrimonial, tanto de los sitios como de los materiales en ellos contenidos, incluso quedando abierta la posibilidad de establecer museos de sitio arqueológico. Se entiende así el reconocimiento que se tenía sobre la existencia y significación patrimonial de ciertos bienes arqueológicos inmuebles de la región, como el arte rupestre, por ejemplo. Pero además, en consonancia con lo que luego plantearía el ICOM en su informe Musees de site archeologique (1982: 17), la normativa estaría dispuesta para que los sitios arqueológicos con bienes muebles pudieran acondicionarse como una sala de exposición al aire libre, de manera provisional durante las excavaciones o, también, de forma permanente con edificaciones establecidas para tales fines, recibiendo así los yacimientos un tratamiento museológico. 

Sin embargo, vale advertir que el interés del Instituto de Antropología e Historia de los Estados Aragua y Carabobo estuvo centrado primordialmente en la recuperación y traslado de los bienes arqueológicos muebles de los lugares donde se hallaban depositados. Es posible que el acto de sustracción de los materiales de sus lugares de origen se haya priorizado en vista de su mayor viabilidad en relación con la creación de museos de sitio arqueológico. En ese sentido cabe destacar lo estipulado en las disposiciones legales (contemplado para el caso aragüeño y, aunque no se disponga de información, presumiblemente para el carabobeño) que le confería automáticamente la propiedad al Instituto de “los restos arqueológicos y monumentales que hubieren sido acondicionados para su conservación y exhibición” (Capítulo III, literal e; en Díaz, 2006: 123). Pero también, el ordenamiento asimismo asentaba la propiedad del Instituto de “los yacimientos arqueológicos o históricos que estuviesen en explotación o denunciados para ser objetos de ella” (Capítulo III, literal f; en Díaz, 2006: 123-124). 

En el caso del arte rupestre tacarigüense, testimonios colectados entre habitantes de los alrededores del SAR Piedra Pintada mencionan algunas intervenciones en el lugar auspiciadas por el equipo de Henriqueta Peñalver. Se trata de actividades a principios de 1970, como poda de árboles en los montículos naturales del yacimiento e, incluso, una excavación en los terrenos adyacentes, arrojando ello la recuperación “de un muñequito de barro del pecho pa‟rriba” [Entrevista a Ángel “Chichande” Zambrano en el año 2004, cuando éste fungía de vigilante del Museo Parque Arqueológico Piedra Pintada]. Se conoce también de otras recuperaciones de material arqueológico en las cercanías de Piedra Pintada, aunque pocas, desconociéndose si por el concurso de Peñalver (Rivas 2016, comunicación personal). Cabe reportar asimismo algunas intervenciones del equipo de Peñalver en áreas aledañas al PARANOT como Vigirima, Mariara y Puerto Cabello, recuperando bienes arqueológicos muebles que fueron exhibidos en una exposición organizada en 1968 por el Instituto de Antropología e Historia de Carabobo (Díaz, 2006: 126). 

Es importante resaltar el ajuste jurídico producido en 1976 con la creación de la Fundación Lisandro Alvarado, pasando éste a regentar los nombrados museos de Maracay y Valencia, igual bajo la dirección de Henriqueta Pañalver (Díaz, 2006: 127). Desde 1978 y hasta 1990, la fundación se encargaría de llevar la gestión del Museo de Arte e Historia de Puerto Cabello, institución que en su colección ostentaba materiales arqueológicos del área litoral carabobeña (Díaz, 2006: 127-128). Durante ese mismo período se produjo la creación del Laboratorio de Restauración Arqueológica de la Fundación Lisandro Alvarado, con sede en la Plaza Tacarigua (culata Oriental del lago) y el Museo Arqueológico Parque Recreacional Sur en Valencia. 

Para 2004, de acuerdo con Díaz (2006: 129-131), los materiales arqueológicos de Plaza Tacarigua y Parque Recreacional Sur se encontraban en mal estado de conservación, consintiendo ello que el Instituto del Patrimonio Cultural otorgase la guarda y custodia de la colección del Parque Recreacional Sur a la Fundación para la Cultura de la Ciudad de Valencia. Para finales de 2000, el museo se encontraba cerrado y la colección reposando en un galpón bajo llave, en condiciones no tan favorables para su conservación. 

En suma, los Institutos de Antropología e Historia de los estados Aragua y Carabobo, luego Fundación Lisandro Alvarado, se encargarían de llevar a efecto las primeras políticas públicas patrimoniales asociadas con los sitios y materiales arqueológicos del contexto espacial de esta investigación [región Tacarigüense]. A partir de 1960 llevaron a efecto de manera exclusiva las excavaciones arqueológicas en la región tacarigüense, recuperando ingente cantidad de materiales en la culata Oriental del lago de Valencia (sitios monticulares de La Mata y La Pica), zona Norte del lago (sitio de Río Blanco), culata Occidental (sitios de Los Cerritos y El Roble), las islas del lago de Valencia Otama y Caigüire, y los morros de Guacara y La Culebra (Antczak y Antczak, 2006: 460-461). Realizaron excavaciones y recuperaciones también en la costa litoral tacarigüense, en los sitios de San Gean, La Iguana, Ocumare y Cumboto (Antczak y Antczak, 2006: 461). Así, los mencionados museos de los estados Aragua y Carabobo, gestionados por la Fundación Lisandro Alvarado, poseen actualmente bajo su custodia una importante colección de materiales arqueológicos indígenas de la región tacarigüense, exclusivas en el país (Díaz, 2006: 134).

Referencias 

Antczak, María Magdalena y Antczak, Andrzej. Los ídolos de las islas prometidas. Arqueología prehispánica del archipiélago Los Roques. Caracas: Editorial Equinoccio. 2006.

Díaz Peña, Natalia. La colección arqueológica del lago de Valencia: documentación y nueva museología. Valencia: Fundación para la Cultura de la Ciudad de Valencia. 2006.

Gassón P., Rafael A. cien años de arqueología venezolana a través de sus textos fundamentales. En: Arqueología en Latinoamérica: historias, formación académica y perspectivas temáticas, pp. 109-128. Memorias del Primer Seminario Internacional de Arqueología Uniandes. Bogotá: Universidad de los Andes. 2008.

Icom. Musées de site archéologique. París: Unesco. 1982.

Márquez, Maury. Museoshistoria-PP-Formato cronología general-Museos. Disponible: https://www.academia.edu/31227196/MUSEOSHISTORIA-PP-Formato_cronologi_a_general-Museos_MauryMarquez2015.pdf Acceso: 14 de marzo de 2019.

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