Patrimonialización de los sitios con arte rupestre del PARANOT
Políticas públicas y comunidades del PARANOT
MSc. Leonardo Páez
Para citación: Páez, Leonardo (2019). Políticas púbicas y comunidades del Paranot. En: Páez, Leonardo. Patrimonialización de los sitios arqueológicos de la región del lago de Valencia (Venezuela): el caso del Paisaje con Arte Rupestre del Área Noroccidental Tacarigüense. Capítulo 5.4, pp. 232-238. Disertación de maestría del Programa en Memoria Social y Patrimonio Cultural de la Universidad Federal de Pelotas, Brasil. 271 páginas.
En el caso puntual del SAR Piedra Pintada y su proceso de
patrimonialización, y tal como quedaron manifiestos los factores que han
intervenido, se trata de una trama de significación que da cuenta del
protagonismo de actores académicos y políticos. Destaca así la ausencia de un
tercer actor, a la sazón el que convalida las propuestas de patrimonialización
en la esfera del mundo social: las comunidades. Ciertamente, es posible
advertir la no intervención de los habitantes, tanto del entorno inmediato a Piedra Pintada (valle de Vigirima) como
de su área socio-cultural de influencia (región tacarigüense). Se sugiere que,
entre otras causas, esto estaría influyendo para que el creado museo de sitio
arqueológico (MPAPP) muestre un saldo desfavorable en sus veinte años de
gestión, tanto para la protección y defensa del material arqueológico bajo su
custodia como para el realce de los valores histórico-culturales del pasado
indígena criollo-mestizo local y regional[1].
Para ilustrar lo anterior vale citar el siguiente extracto de una comunicación
personal vía aplicativo WhatsApp sostenida con Miguel “Tite” Cazorla, habitante
de la comunidad de Tronconero que
funge desde varios años como guía museístico en Piedra Pintada:
La
gestión en los últimos años ha sido muy pésima. No ha habido el interés
necesario y las ganas por parte del organismo encargado en la gobernación del
estado [Carabobo], sobre todo en el mantenimiento. Por ejemplo, la maleza no se
ha limpiado por primera vez en lo que va de año, el techo que se colocó hace
seis años atrás se está cayendo, los baños no están en condiciones para los
visitantes, las puertas sin cerraduras, no tenemos agua ni luz [en referencia
al pequeño módulo que sirve de centro de interpretación]. (…) Con respecto a
los proyectos ejecutados, desde el 2010 no se hace nada en el espacio, todo
está igualito; más bien cada día se destruye más. (…) En cuanto a la
participación de la comunidad, es triste decirlo Leonardo, pero es acéfala. En
verdad hemos tratado de involucrarlos, los hemos llamado a diferentes
reuniones, pero en verdad ha sido tan negativa que no se le ve el interés
necesario hacia el espacio como tal. Es triste, pero es la realidad. No han
querido participar pero en nada. Y bueno…aquí estamos a ver cuándo se le abre
ese sentido de pertenencia y que tomen conciencia de verdad (Miguel Cazorla,
comunicación personal. 14 de mayo de 2019).
El testimonio de Cazorla es
suscrita igualmente por Liliana Perdomo, quien trabajó de guía museístico en el
MPAPP hasta que en el mes de marzo de
este año [2019] fue víctima de la delincuencia local en las instalaciones del museo (figura
52). Y es que la ausencia de vigilancia y de cercado perimetral (que permita el
control del paso de personas), aunado al crecimiento poblacional de sectores
del valle de Vigirima en condiciones de pobreza, hacen que la visita y estadía
en el MPAPP sea un asunto riesgoso para la seguridad de trabajadores y
visitantes. Cabe destacar aquí que en el año 2007, trabajando asimismo como
guía museístico del MPAPP, el autor
de estas líneas fue también asaltado en el museo junto con otro compañero de
trabajo. Por tal motivo, en esa oportunidad los guías promovieron una
paralización de labores en reclamo de mejores condiciones de seguridad. Ello
condujo al gobierno de Carabobo a cerrar temporalmente el museo y eliminar la Fundación del Patrimonio Histórico Cultural
de Carabobo (Fundapatria), para ese momento el ente adscrito a la
Secretaría de Cultura del Estado Carabobo que regentaba la Red de Circuitos de
Museos del Estado Carabobo, a la cual Piedra Pintada estaba adscrito. Los
serios problemas de seguridad, estructurales e infraestructurales son relatados
por Perdomo en los siguientes términos, en una comunicación personal vía
aplicativo WhatsApp:
…el museo
carece de muchas cosas para poder cumplir su objetivo como tal. Empezando por
la seguridad, que de nada vale llenar el espacio de cosas si después van a ser
hurtadas. Actualmente el museo es utilizado hasta de hotel en las noches (…)
esto influye en los visitantes que se cohíben visitar el lugar por temor a ser
víctimas de robo. Por otro lado el presupuesto que se debería asignar cada año
a los diferentes museos que dependen de la secretaría de Cultura de la
gobernación [del estado Carabobo] tiene por lo menos ocho años que no llega al
museo Piedra Pintada (…) Hay un desinterés en el museo. Por lo general se le da
prioridad a los museos del casco central de Valencia no sólo a nivel de
recursos sino también a nivel de actividades. Este museo no participa en
conjunto con los demás. La motivación que tiene el personal es muy baja, aunado
al sueldo que ganan, que alcanza solo para cubrir los pasajes. (…) Actualmente
las actividades están completamente paralizadas desde hace como un año y medio
(Liliana Perdomo, comunicación personal. 16 de mayo de 2019).
Figura 53. Estado de las instalaciones del
Centro de Interpretación del MPAPP, año 2017. Foto: cortesía Miguel Cazorla.
Nótese entonces que las carencias estructurales e infraestructurales que enfrenta el MPAPP desde su fundación (ausencia de cercado perimetral, caceta de vigilancia de Guardia Nacional, personal de Inparques, laboratorio, equipo de investigación, cantina, caminerías, señalizaciones, entre otras), suponen un serio obstáculo para el óptimo funcionamiento de esta institución. Tales privaciones tienen sus causas en la falta de voluntad política de los entes nacionales, regionales y locales con competencia en la materia para dotar al museo de sitio de las herramientas necesarias para cumplir con éxito los fines inherentes a su creación. Ahora, a veinte años de su instauración, la crisis económica y socio-política por la que actualmente atraviesa el país aleja aún más esta posibilidad (figura 53). Al respecto, vale advertir las consideraciones – asimismo recabadas por comunicación personal vía aplicativo WhatsApp – de Luis Ureña, fundador del grupo cultural y de excursionismo Vigirima a patica[2], donde quedan plasmadas las carencias de la institución museística:
Muy baja
publicidad. La gente conoce más el centro comercial Piedra Pintada en El Toco
que el museo. Se necesita involucrar a los pobladores de la zona a diario. El
personal debe tener una actividad programada, aunque no haya visitantes. La
seguridad no existe. Carece de servicios básicos de agua y luz. (…) Los entes
que supervisan el lugar deberían visitar mínimo una vez a la semana. El
monitoreo de los montículos debería ser a diario. Inparques debería tener un
representante en el lugar (…) La gente de la zona debería ser guardián del
lugar, denunciar todo lo que ocurre a cualquier hora (…) Actualmente el hampa
constantemente afecta las instalaciones (…) Mucho que mejorar… (Luis Ureña,
comunicación personal. 11 de mayo de 2019).
Los testimonios aquí transcritos,
claramente contradicen la información publicada en el sitio Web de la
secretaría de Cultura del estado Carabobo: http://cultura.carabobo.gob.ve/museo-parque-arqueologico-piedra-pintada/, donde
aparece la siguiente información:
La Dirección de Patrimonio Cultural e Histórico ha iniciado un proceso
de registro de cada zona arqueológica [de Piedra Pintada], en donde se levanta
un estudio de cada roca y los glifos contentivos en ellas, además de los
menhires dispuestos en las diferentes zonas arqueológicas. El estudio incluye
la evaluación del terreno y el área de amortiguamiento que permita, no solo el
resguardo, sino la construcción de dispositivos arquitectónicos de descanso y
señaléticas con demarcación de ruta.
En la nueva visión museológica, el museo brinda actividades de la vida
de hoy, vinculando al usuario con los contenidos históricos de nuestra patria,
a través de una programación artística y cultural que contempla la música, la
danza, el teatro, la literatura y los juegos didácticos dirigidos a niños,
niñas y adolescentes (Acceso: 31 de mayo de 2019).
Otra de las políticas públicas a
destacar, esta vez relacionada con el marco normativo que rige los recursos
culturales del PARANOT, sería el
supuesto estatus legal que ostentan algunos SAR
a raíz de su inclusión en
el I Censo del Patrimonio Cultural
Venezolano. En este caso se ven involucrados los siguientes sitios con arte
rupestre: Cumboto 2 (Parque Nacional
Henri Pittier, municipio Mario Briceño Iragorry del estado Aragua); Piedra Los Pilones (figura 54. Municipio
Diego Ibarra del estado Carabobo); Las
Lajitas (en el Censo “Gran Piedra Visa”. Municipio Puerto Cabello del
estado Carabobo); La Cumaquita, (en
el Censo “La Cumaca, complejo de petroglifos”), y “Pilones del río San Diego”
(municipio San Diego del estado Carabobo)[3].
Sin embargo, contradictoriamente, vale advertir que ninguno de estos SAR fue ratificado por el sistema RPC-Venezuela, quedando así relegados
del estatus patrimonial dentro del marco legal vigente y de la actuación de los
organismos y funcionarios gubernamentales con competencia en la materia.
Las reticencias hacia esa identificación patrimonial de los sitios y materiales arqueológicos indígenas, también se reflejan en las memorias colectivas de los habitantes de las comunidades aledañas al PARANOT. Ello se entrevé, por ejemplo, con un caso muy particular, donde se incluye en el Sistema RPC-Venezuela a uno de los SAR del PARANOT pero por otros motivos ajenos a su condición histórico-cultural indígena (patrimonio arqueológico). Se trata de la inserción, en la categoría Patrimonio inmaterial, sub-categoría Testimonio histórico, del patrimonio cultural denominado Batalla de Vigirima. En la ficha técnica del RPC-Venezuela se lee la siguiente descripción:
Actualmente
el lugar exacto donde se efectuó la batalla se encuentra prácticamente en el
patio de una de las familias de la zona. Lo separa de la vivienda una trinchera
de piedras hecha por los soldados patriotas debajo de un arbusto de pesgua, una
piedra de cemento, de aproximadamente metro y medio de altura, pintada de
blanco, con una inscripción conmemorativa a la inmortal batalla (RPC-Venezuela,
2013)[4].
No caben dudas: se trata, por la descripción y por la imagen contenida
en la ficha técnica del RPC, del
sitio donde se encuentra un pequeño obelisco trunco en la entrada del poblado
de Vigirima (figura 55), construido en 1958 por la municipalidad guacareña en
conmemoración de la llamada Batalla de
Vigirima, realizándose allí actos públicos en honor a ese suceso de la época
independentista (Páez, 2016: 154).
De acuerdo a la historiografía oficial, en el área de Vigirima se escenificó
por noviembre de 1813 una acción bélica de la Guerra de Independencia, razón
por la cual existe la creencia de que una ringlera pétrea en forma de
muro o pared[5] –
que nace más o menos cerca de donde se erigió el obelisco – habría sido
levantada durante las escaramuzas de esa batalla. Esta suposición encuentra
sustentación en los datos recabados por José María Cruxent en 1952 cuando hacía
trabajos de campo en el valle de Vigirima, conocida entonces entre los
lugareños como “trinchera española” (Cruxent, 1952: 293).
Empero, en su momento Cruxent no dudó en otorgar la autoría de la ringlera pétrea a los antiguos pobladores indígenas tacarigüenses (material arqueológico indígena), descartando incluso la posibilidad que se haya erigido con fines militares o limítrofes (Cruxent, 1952: 293). Lo mismo asumiría Luis Oramas, el primer investigador en reportar la construcción en 1939:
A dos kilómetros de estas obras indígenas [del SAR Piedra Pintada], hay otra gran construcción en forma de
serpiente, la cual se ve al comenzar el caserío de Vigirima; el aparejo
ciclópeo está casi intacto, es de la misma forma de los anteriores, de sesenta
centímetros de grueso y de dos metros de alto. La referida muralla comienza por
un pequeño cerco de piedras y sigue por un plano inclinado, y se prolonga por
un cerro casi inaccesible, de Norte a Sur, llega a la cúspide de un cerro y
continúa por otro también en gran declive, a toda una longitud de más de
trescientos metros; aún conserva toda su admirable solidez (…) Esas murallas
emplazadas unas por las filas de cerros, por debajo de éstas y como si se descolgaran
de las colinas [haciendo referencia también a las encontradas en el SAR Piedra Pintada], (…) extendiéndose
por desfiladeros por lugres abruptos no corresponden a aquellos fines de
estrategia [defensa contra invasiones enemigas] datarían de una época más o
menos apacible de cazadores y pescadores con incipiencia [sic] de agricultura
(Oramas, 1959 [1939]: 222).
Asumiéndose entonces el carácter
arqueológico-indígena de esta construcción (por vía de la opinión de éstos y
otros acreditados investigadores arqueológicos), quedaría entonces la
interrogante del por qué el imaginario popular le atribuye un origen
independentista, siendo ésta la causa de su promulgación patrimonial. Sobre la
base de los argumentos que se vienen esbozando en este trabajo, se plantea que
las razones se encontrarían en el manejo de los discursos
político-historiográficos oficiales, los cuales, en el tiempo en que Cruxent
realizó sus trabajos de campo en Vigirima (mediados de siglo XX), continuaban
la práctica decimonónica de privilegiar el conocimiento de los sucesos
independentistas, entre otros relacionados con el legado histórico-cultural
europeo, influyendo o dislocando así las memorias de los sujetos, en este caso
de los pobladores de Vigirima. Se presume así que, reseñando la historiografía
oficial que la Batalla de Vigirima
fue una refriega de escaramuzas y atrincheramientos del bando realista – y quizá del patriota – de varios días, la más
plausible explicación popular a la presencia del muro pétreo resultaría así
asociada con estos acontecimientos. No obstante, aunado a las evidencias
formales ya explicitadas, la misma historiografía oficial da pistas para
refutar esa tesis:
…sobre las alturas de
Vijirima [sic], á [sic] seis leguas de aquella ciudad, apareció Salomon [sic]
el 20 de noviembre [1813] (…) lejos de descender á [sic] la llanura, tomó allí
posiciones y fortificó su campamento (…) el 24: y en este día, como en el
anterior, todo estuvo reducido á [sic] movimientos que tenían por objeto sacar
al contrario de sus montes y breñas, proviniendo de ellos varias escaramuzas
parciales de poco resultado; pero el 25. [sic] dejando Salomón su campamento,
amagó bajar, y entonces se trabó pelea reñida y muy costosa para los unos y los
otros. El jefe español perdidoso retrocedió, volviendo á [sic] ocupar la cima
de la montaña (Baralt y Díaz II, 1887 [1841]: 193, 194).
Para más señas, Bencomo Barrios
señala que al abandonar el ejército del imperio español los puntos que ocupaban
en las “alturas” de Vigirima, el bando de los republicanos hallaron “un bien organizado sistema de
atrincheramiento y obstáculos varios” (1997b: 262). Nótese así que el
relato coloca la refriega en las “montañas” de Vigirima y no en el poblado
homónimo, punto de entrada a la serranía y lugar donde se localiza la ringlera
pétrea. Sin embargo, puede entenderse la asociación que los pobladores hacen
entre los sucesos exaltados por la historiografía oficial y las evidencias
materiales del lugar. La acción bélica sería encumbrada, como las demás de la
gesta independentista, por el sistema educativo: el Manual de Historia de Venezuela para el uso de las escuelas y colegios
de 1875, asevera que, luego de tres días de batalla, Ribas derrotó a Salomón el
25 de noviembre de 1813 en “la memorable
acción de Vijirima [sic]” (Tejera, 1875: 79, 80), versión conservada por lo
menos hasta la quinta edición de este manual, publicado en 1913, por ejemplo
(Tejera, 1913: 67, 68).
Se trataría entonces de una muestra de la íntima relación entre los
manejos discursivos político-historiográficos oficiales y la imposición de
lugares de memoria a ellos relacionados, esta vez motorizado por el tratamiento
de la información realizada por los funcionarios especialistas del IPC responsables de llevar el RPC-Venezuela. En la conmemoración y patrimonialización
del supuesto sitio de la batalla de
Vigirima se vislumbra entonces, siguiendo los planteamientos de Cuesta
Bustillo en relación con los regímenes de memoria, el poder y los recursos que
tienen y han tenido los regímenes políticos dominantes para institucionalizar,
pero también invisibilizar, los hechos del pasado en función de implantar sus
proyectos o identidades políticas (1998: 207, 209).
Baralt, Rafael María y Díaz, Ramón. Resumen de la Historia de Venezuela desde
el año de 1797 hasta el de 1830. Tomo segundo. Curazao: Imprenta de la
librería de A. Bethencourt e hijos. 1887.
Bencomo Barrios, Héctor. Vigirima, batalla de.
En: Diccionario de Historia de Venezuela. 2da edición, Tomo III,
pp. 262-263. Caracas: Fundación Polar. Caracas. 1997b.
Cruxent, José María. Notes on venezuelan archeology. Vol. III del 29º Congreso Internacional
de Americanismo. Chicago: Universidad de Chicago. 1952.
Cuesta Bustillos, Josefina. Memoria e Historia. Un estado de la cuestión. Revista Ayer, num 32, pp. 203-246. 1998.
Oramas, Luis. Prehistoria y arqueología de
Venezuela. Construcciones y petrografías de una región de Venezuela. Varias
deducciones al respecto. Boletín de la Sociedad Venezolana de
Ciencias Naturales. Tomo 20, # 93, pp. 207-253. Caracas: Sociedad
Venezolana de Ciencias Naturales. 1959.
Páez, Leonardo. Arte rupestre de la región Noroccidental de la cuenca del lago de
Valencia. Un acercamiento desde la arqueología, la etnohistoria y la etnografía.
Trabajo presentado para optar al grado de Magister Scientiae en Etnología
Mención Etnohistoria. 600 páginas. Mérida: Universidad de Los Andes. 2016.
RPC-Venezuela. Batalla de Vigirima. Instituto del
Patrimonio Cultural. 2013. Disponible: http://rpc-venezuela.gob.ve/rpc/portal/index.php?op=100&id=28766 Acceso: 15 de abril de 2019.
Tejera, Felipe. Manual de
Historia de Venezuela para el uso de las escuelas y colegios. Caracas:
Imprenta Federal. 1875.
[1] Para
referencias sobre los primeros años de gestión cultural del MPAPP, véase el
artículo denominado Piedra Pintada y la
gestión sustentable del patrimonio arqueológico, en el blog Tacarigua
Rupestre: http://tacariguarupestre.blogspot.com/2011/04/piedra-pintada-y-la-gestion-sustentable.html
Para detalles sobre la condición de las instalaciones del llamado Centro de
Interpretación y áreas verdes del MPAPP, consultar el artículo Piedra Pintada: ¿patrimonio de quién?,
en http://tacariguarupestre.blogspot.com/2017/12/piedra-pintada-patrimonio-de-quien.html
[2] Para
contacto e informaciones de las actividades de excursionismo por las montañas
de Vigirima de este grupo, véase https://www.facebook.com/people/Vigirima-A-Patica-Carabobo/100004108033316
[3] Ver
los Catálogos del Patrimonio Cultural Venezolano publicados por el IPC
correspondientes a esos municipios. Vale destacar que para el momento del
inventario patrimonial del municipio Guacara, quien escribe entregó información
de catorce SAR del PARANOT a los empadronadores autorizados por el Ministerio
del Poder Popular para la Cultura y el IPC, la cual no fue incluida en el
Catálogo.
[4] http://rpc-venezuela.gob.ve/rpc/portal/index.php?op=100&id=28766
Consulta: 15 de abril de 2019.
[5] En
la actualidad de aproximadamente un metro de altura máxima en ciertos tramos de
su recorrido, prolongándose
hacia un estribo montañoso adyacente.
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