Los dibujos Yanomami: abstracción, simplicidad y esquematización
En un contexto histórico marcado por la interacción cultural en el sur del estado Amazonas, tres artistas Yanomami realizaron una serie de dibujos recopilados por los antropólogos Carmen Márquez y Antonio Pérez durante su estancia en San Carlos de Río Negro, Amazonía venezolana. Estos dibujos, publicados en el libro Dibujo Yanomami (Editorial El Perro y la Rana, 2017), son un testimonio de la creatividad de los artistas y de un proceso fortuito de encuentro intercultural.
La historia de estos dibujos es fascinante. Alrededor de 1980, Torero, Cirilo y Diógenes (nombres criollos que respetan la prohibición Yanomami de usar nombres propios) realizaron una colección de dibujos en la casa donde se hospedaba Antonio con su esposa Carmen Márquez (para la época directora regional de Asuntos Indígenas) en San Carlos de Río Negro. Se produjeron en un contexto de refugio cultural debido a históricas disputas y enemistades interétnicas. Los artistas, refugiados en un entorno ajeno y sin acceso a sus materiales tradicionales, encontraron en la creación artística un medio para reinterpretar su realidad.
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Los artistas Yanomami junto al antropólogo Antonio Pérez. Fuente: archivos de Pérez |
Estos dibujos, elaborados en condiciones de aislamiento y con materiales sencillos, reflejan la introspección estética de los artistas Yanomami, quienes encontraron en la actividad gráfica un medio para explorar y reflexionar sobre sus propios pensamientos, emociones, motivaciones y experiencias internas. En una entrevista personal realizada a través de WhatsApp el 17 de enero de 2025, Pérez señaló que mientras él y su esposa se ocupaban en sus labores relacionadas con las comunidades amerindias de esa porción de la Amazonía venezolana, los artistas, que se encontraban ociosos y algo inseguros de explorar el entorno criollizado del pueblo, recibieron papel y lápices de colores para entretenerse. Lo que comenzó entonces como una actividad lúdica para pasar el tiempo se transformó en una colección única que, décadas después, se ha convertido en motivo de admiración por su valor estético y cultural.
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Los artistas junto a la antropóloga Carmen Márquez. Fuente: archivos de Pérez. |
La simplicidad de los dibujos es uno de sus rasgos más notables. Relata Pérez que el ritmo pausado del trabajo de los artistas contrasta con la rapidez asociada al arte contemporáneo, dotando a sus obras de una profundidad estética única que ha sido reconocida en exposiciones internacionales, desde Caracas hasta Venecia. Los dibujos comenzaron con patrones abstractos y evolucionaron hacia formas figurativas en menor proporción, cuestionando así la visión eurocéntrica de la historia del arte que asume una progresión universal de lo figurativo a lo abstracto, sentencia Pérez.
Realizados con trazos meticulosos y en patrones que evocan movimientos naturales, como la lluvia o el flujo de los ríos, estas obras se alejan de la figuración tradicional para construir un lenguaje visual basado en la simplicidad, abstracción y esquematización. Este enfoque recuerda la estética del arte rupestre de las tierras bajas del norte de Suramérica, donde las representaciones también poseen estas cualidades. En ambas manifestaciones, la simplificación de elementos parece responder a una intención simbólica más que imitativa, lo que sugiere una conexión entre los modos de representación y los sistemas de pensamiento cosmológico. Los dibujos comparten una organización visual que enfatiza la repetición de patrones y la disposición ordenada de elementos en el espacio. Ambas tradiciones artísticas evidencian cómo la simplicidad, abstracción y la esquematización permiten transmitir ideas complejas sin recurrir a formas naturalistas.
La comparación con el arte rupestre también resalta una diferencia clave: mientras el arte rupestre suele estar asociado a contextos rituales específicos y su localización en sitios de importancia simbólica, los dibujos Yanomami se crearon en un ambiente de aislamiento y experimentación. Sin embargo, ambos comparten una conexión con lo espiritual, evidenciada en el término Yanomami noreshi, que significa tanto “dibujo” como “alma” (Lizot, 2004, citado en Pérez, 2017, p. 16). Este paralelismo sugiere que, a pesar de las diferencias culturales y temporales, las prácticas artísticas amerindias en las tierras bajas del norte de Suramérica han servido históricamente como medios para articular la relación entre lo humano y lo trascendente.
El periplo expositivo de los dibujos Yanomami recopilados por Carmen Márquez y Antonio Pérez se extiende por varios de los más importantes escenarios artísticos y antropológicos del mundo, destacando su impacto cultural y estético. Su debut tuvo lugar en 1982 en el Museo de Bellas Artes de Caracas, en una muestra titulada Tres artistas Yanomami, acompañada por el emblemático catálogo “rojo” que documentó esta primera aparición. Posteriormente, en 1985, las obras fueron presentadas en la exposición Arte y objetos en la Amazonía de Brasil y Venezuela en Las Palmas de Gran Canaria. Este recorrido continuó en Madrid, con la muestra Arte primitivo en la cuenca del Orinoco (1987), y en Frankfurt, en el prestigioso Museum für Völkerkunde con la exposición Die Mythen Sehen (1988). En 2005, regresaron al Museo de Bellas Artes de Caracas en una nueva edición que subrayó su relevancia artística y cultural. Finalmente, alcanzaron proyección internacional en la 53ª Bienal de Venecia en 2009, reafirmando su lugar como obras fundamentales en el diálogo entre arte indígena y contemporáneo. La publicación del libro Dibujo Yanomami por la Editorial El Perro y la Rana en 2017 consolidó su valor documental y estético.
En resumen, los dibujos Yanomami no solo desafían las teorías convencionales de la evolución del arte, sino que también establecen puentes con el arte rupestre al compartir una estética basada en la abstracción, esquematización y síntesis formal. Estas obras surgen como testimonio de una interacción intercultural única y del potencial creativo de un grupo que encontró en el dibujo un medio de exploración estética y simbólica. Cargadas de significado, son un ejemplo excepcional del potencial universal del arte como forma de comunicación y expresión. Ampliar su estudio y difusión es fundamental para comprender las contribuciones de las culturas amerindias al patrimonio artístico global.
Referencias
Pérez, Antonio (compilador) (2017). Dibujo yanomami. Fundación Editorial El perro y la rana. Caracas.
Altez, Yara (2020, septiembre 24). Memorias de un antropólogo exótico en Venezuela. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=q2NYxV_N13A
Tacarigua Rupestre, espacio para la discusión teórica del arte rupestre de las tierras bajas del norte de Suramérica. Visita y suscríbete a nuestro canal de YouTube https://www.youtube.com/@Barutaima
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