Los monolitos de las serpientes de Vigirima

        Dentro del conjunto de manifestaciones del arte rupestre ubicados en el valle del río Vigirima, se encuentra uno notable que merece especial atención. Sus características particulares entre todos los materiales rupestres le otorgan la doble condición de petroglifo y monumento megalítico. Tal exclusividad sería extensible a toda la región tacarigüense, acrecentada por el halo de presunciones que rodean su existencia dentro del paisaje cultural y natural vigirimeño. Se trata de los llamados Monolitos de las Serpientes, ubicados en el sitio con arte rupestre La Manga[1], en el sector homónimo de Vigirima.

En efecto, con el término Monolitos de las Serpientes se hace referencia a un par de bloques rocosos situados paralelamente uno al lado del otro, de forma horizontal y a ras de suelo. Por su apariencia, dan la impresión de haber sido trabajados para otorgarles una estructura particular. Uno de ellos, el más prominente, ostenta una forma prismática, cuadrangular y alargada, además de representaciones grabadas en dos de sus tres caras conocidas[2]. El otro bloque posee sólo dos caras, una cenital con inscripciones, y otra por debajo de la superficie, del mismo ancho y un tanto más largo que su compañero. Esta disposición crearía la sospecha, entre algunos investigadores rupestres de la región[3], sobre una condición erguida originaria de estas rocas, sumado a la supuesta existencia de otras representaciones rupestres en las caras ubicadas bajo tierra.   

Para constatar o no estas presunciones, la única opción obvia disponible sería levantar las columnas pétreas, en aras de determinar si las caras enterradas albergan algunas inscripciones. De encontrarse estas caras con inscripciones, quizá sería prueba de su verticalidad original, confiriéndoles entonces un status privilegiado dentro del arte rupestre y la arqueología venezolana. Dicha labor implicaría el concurso del ente centralizado encargado de los asuntos patrimoniales del país, en conjunción con los colectivos sociales y los gobiernos local y regional. En suma, un trabajo en equipo, profesional-gubernamental-comunitario que garantice el logro de este objetivo.

Un factor que pudiera explicar la pérdida de la verticalidad de los monolitos sería su ubicación, esto es, a orillas de un curso de agua generado de la confluencia cercana de cuatro quebradas que bajan raudas por ese lado de la cordillera[4]. Esta circunstancia no solamente aclararía una eventual caída sino también el enterramiento del monumento, tal como se encontraba en la década de 1970 cuando Armando Torres Villegas (2010: 21) realizó trabajos de campo en el lugar. Es decir, quizá las crecidas periódicas experimentadas por la corriente de agua próxima, aunado a la densa vegetación, hayan producido el declive y/o la acumulación de sedimentos y materiales orgánicos encima de los monolitos, derribándolos y/o tapiándolos parcial o totalmente. Un caso que apunta en esa dirección sería el inconcluso registro realizado por Saúl Padilla (2009 [1957]: 80) en la década de 1950. Asimismo, explicaría por qué J. M. Cruxent, tal cual se infiere de su ya citada obra de 1960, no se percataría de ellos en su paso por el camino de Los Apios para acceder al sitio con arte rupestre Piedra de los Delgaditos. 

Los Monolitos de las Serpientes, tapiados parcialmente. Foto: Luis Ureña, 2019.

      Los Monolitos de las Serpientes se caracterizan por poseer, casi de manera exclusiva, diseños geométricos espiraloides, de una manufactura tal que revela la maestría y precisión del manejo técnico con que fueron elaborados. Tal preponderancia le otorgaría atributos distintivos entre los demás sitios con arte rupestre de Vigirima y la región tacarigüense, donde tales representaciones no son recurrentes. Esto es importante de considerar, pues podría relacionarse con una etapa específica de producción vinculada a un grupo socio-cultural determinado. Consecuentemente se pudieran realizar ensayos comparativos con otros sitios rupestres, en aras del establecimiento de algún tipo de filiación cronológica-cultural.    

Representaciones visuales de los Monolitos de las Serpientes, versión Padilla (1956).

Llevando a la acción estas ideas, las semejanzas despuntarían con el sitio con arte rupestre La Pedrera, ubicado en la culata oriental del lago de Valencia, igualmente al pie de la vertiente sur cordillerana. Las analogías se dejan entrever en la forma “monolítica caída” del soporte rocoso (en posición horizontal y más largo que ancho), aunado a la presencia uni-representacional de diseños geométricos mayormente de forma circular concéntrica con punto nuclear. En esa ala oriental del lago se ubicaría también otro sitio con arte rupestre de las mismas características, en la margen izquierda del río Castaño, sector Las Delicias de Maracay. Se trata de una peña que semejaría una monumental lanza, de seis metros de largo por dos veinte de ancho máximo, con un extremo de treinta centímetros y el otro de un metro[5] (Tavera Acosta, 1956: 89). Nuevamente se sucedería la uni-representación de formas geométricas enlazadas unas a otras como en La Pedrera.

Sitio La Pedrera, norte de Maracay. Foto Leonardo Páez, 2010.

        Todas estas analogías, acaso denote una cronología similar para los Monolitos de las serpientes y los otros sitios con arte rupestre mencionados, así como el interés de comunicar un mismo cuerpo de ideas general. Se trataría entonces de espacios quizá temporal y culturalmente emparentados, hipótesis no obstante difícil de demostrar a partir de los pocos datos disponibles hasta el momento. En todo caso, lo importante a resaltar sería la notoriedad de los Monolitos de las serpientes y la necesidad de seguir avanzando en la dilucidación de estas incógnitas planteadas. Entretanto, vale concluir este apartado señalando lo fundamental de establecer pautas para una intervención consciente de protección de éste y las demás decenas de sitios con arte rupestre que aún se conservan en las montañas y estribos que bordean el valle del río Vigirima.

Vista de diseño serpentiforme de los Monolitos de las serpientes. Izquierda arriba y derecha, cortesía Torres Villegas, 1976. izquierda abajo, calco digitalizado realizado en 2008 por el autor.


[1]   En este sector quien escribe ha ubicado otras rocas grabadas que por su ubicación se codificaron como una estación diferenciada al sitio de los monolitos.

[2]   Habría una cara “oculta”, enterrada en la tierra.

[3]   Torres Villegas, 2010: 23. 

[4]  Estas quebradas son Las Rositas, Los Apios, El Corozo y El Jengibre. De la confluencia de estos cursos de agua, más abajo, al unirse la quebrada Cucharonal, se forma el río Vigirima.

[5] Cabe destacar que se encuentra “boca abajo” la versión gráfica publicada por Padilla (2009 [1957]: 155), atribuida a Tavera Acosta, además de poseer ambigüedades en cuanto a la ubicación.

Referencias bibliográficas

Padilla, Saúl (2009) [1956]. Pictografías indígenas de Venezuela. Colección Taima-taima, serie Creación Indígena. Fundación Editorial El Perro y La Rana. Caracas.

Tavera Acosta, Bartolomé (1956). Los petroglifos de Venezuela. Editorial Mediterráneo. Madrid.

Torres Villegas, Armando (2010a). Tras la huella de los petroglifos. Publicación auspiciada por la alcaldía del municipio Guacara, estado Carabobo.

Torres Villegas, Armando (2010b). Aproximación a la interpretación simbólica de los Monolitos de las Serpientes del río Vigirima. Ponencia inédita presentada en el 1er Encuentro Regional de Investigadores de Arte Rupestre. Guacara, estado Carabobo. 

¿Cómo citar esta entrada?

Páez, Leonardo (2021). Etnohistoria del arte rupestre tacarigüense: producción, uso y función de los petroglifos de la región del lago de Valencia, Venezuela (2450 a.C.-2008 d.C.). Ediciones Dabánatà, Universidad de Los Andes. http://www.saber.ula.ve/handle/123456789/47672

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Comentarios

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    1. Gracias. Es importante divulgar la existencia de estos monumentos y crear las condiciones para su puesta en valor. Seguimos...

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