Arte rupestre del Corredor Terrestre-fluvial Negro-Orinoco-lago de Valencia. Avances de investigación

 

Introducción

Se presentan avances de un análisis comparativo gráfico-temático en ciernes, de los petroglifos asociados al aquí llamado corredor terrestre-fluvial Negro-Orinoco-lago de Valencia (desde ahora CTF-NOV). Esta comparación hace parte de los estudios doctorales cursados por el autor en el Programa de Posgrado en Memoria Social y Patrimonio Cultural de la Universidad Federal de Pelotas, Brasil. Siendo así, no se descarta que el acopio de mayores datos pueda modificar algunos resultados preliminares aquí ofrecidos. 

El CTF-NOV es una vía de comunicación ininterrumpida de 2.745 km aproximados de cursos de agua, que atraviesa diversos ámbitos geográficos localizados en los actuales Brasil, Colombia y Venezuela. Centenares de sitios con arte rupestre, entre otros restos arqueológicos, se encuentran asociados con el corredor, en su mayoría a la espera de la indagación y el escudriñamiento científico. Esta conexión terrestre-fluvial se señala como una de las rutas utilizadas por grupos étnicos del tiempo precontacto europeo en sus movilizaciones por el norte subcontinental. Existe consenso en vincularla con la expansión de los pueblos de lengua proto-arawak y proto-caribe por las tierras bajas del norte de Suramérica durante -poco más o menos- los 2.500 años que precedieron la llegada europea a América (Lathrap 1970; Oliver 1989; Hornborg 2005).

Así pues, el CTF-NOV comúnmente es mencionado como una de las vías de comunicación por donde se desarrolló la expansión de los pueblos proto-arawak y proto-caribe desde las Guayanas y la Amazonía hacia el norte subcontinental. Con ellos, se habrían dispersado un stock de atributos tecno-culturales como la agricultura, la construcción de terraplenes y la manufactura cerámica, entre otros (Heckenberger 2002; Eriksen 2011). Pero también, dentro de ese paquete de referentes culturales guyanoamazónicos estaría lo que algunos autores denominan escritura topográfica (Santos-Granero 1998). Se trata de la propensión a inscribir en el paisaje acontecimientos míticohistóricos como forma de afianzamiento de valores-normas de convivencia y de apropiación-organización del espacio entre grupos sociales unidos por un origen común. Esto ha sido documentado etnográficamente entre ciertos grupos arawak y caribe del área amazónica, guayanesa y orinoquense, señalando la producción de arte rupestre como uno de los recursos utilizados en ese acto de demarcar el paisaje con sucesos mítico-históricos (Gilij 1965 III [1782]; Schomburgk 1841; Koch-Grünberg 1907).

Figura 1. Corredor terrestre fluvial negro- Orinoco—Lago de Valencia.

Sin embargo, hasta ahora, del estudio formal del arte rupestre han sido pocos los datos obtenidos para sustentar esta aseveración, siendo ello una deuda a saldar desde la praxis de investigación interdisciplinaria presente y por venir. Consecuentemente, partiendo de la hipótesis de que buena parte del arte rupestre de las tierras bajas del norte de Suramérica pudiera estar relacionado con ese proceso de difusión subcontinental de referentes culturales guyano-amazónicos, este estudio se ha planteado como objetivo realizar un análisis gráfico-temático de los petroglifos del CTFNOV, en función de sustentar esa supuesta correspondencia al stock de referentes culturales guyano-amazónicos.

Figura 2. Sitio Corona Del Rey (Municipio Guacara Estado Carabobo).

Principales aportaciones 

Se han identificado cinco unidades regionales para el estudio comparativo de las representaciones visuales de los petroglifos del CTF-NOV: 1) bajo Negro; 2) alto Negro; 3) alto Orinoco; 4) medio Orinoco; y 5) lago de Valencia. Cada una de estas unidades vienen siendo utilizadas para tabular la información gráfico-temática de las representaciones visuales de los petroglifos asociados al corredor en cuestión.

Identificadas entonces estas unidades regionales, se han catalogado 176 sitios con petroglifos, a través de diferentes fuentes de información, tanto bibliográficas, digitales y archivos propio y de colegas investigadores (Tavera 1956; Padilla 2009 [1956]; Koch-Grünberg 1907; de Valencia y Sujo Volsky 1987; Rivas 1993; Dasilva Trendare et al., 1999; Greer 2001; Ortiz y Pradilla 2002; Xavier 2008; Tarble de Scaramelli y Scaramelli 2010; Valle 2012; Scolfaro 2014; Páez 2017, 2019; entre otros). Hasta el momento se han inventariado 13 sitios en el bajo Negro (7,4%), 48 en el alto Negro (27,3%), 21 en el alto Orinoco (11,9%), 33 en el medio Orinoco (18,8%) y 61 en el lago de Valencia (34,7%).

Figura 3. Sitio La Cumaquita. Municipio San Diego Estado Carabobo.

Las representaciones visuales se vienen clasificando a partir de las clásicas unidades descriptivas antropomorfa, zoomorfa, zoo-antropomorfa, antropo-geométrica, zoo-geométrica, geométrica y abstracta. De este modo se han contabilizado 2.427 diseños, con predominancia de geométricos (1.045: 43,1%) y antropomorfos (787: 32,4%), sumando ambos casi el 76% de las representaciones catalogadas. Seguidamente están los diseños zoomorfos (252: 10,4%), abstractos (178: 7,3%) y por último los zooantropomorfos, antropo-geométricos y zoo-geométricos (entre todos 165: 6,8%). Cabe advertir que el grupo biomorfo (diseños antropomorfos, zoomorfos y sus combinaciones) suman 1.204, es decir, el 49,56% del total (tabla 1).

Tabla 1. Inventario de sitios y representaciones visuales de los petroglifos del CTF-NOV. Elaboración
propia.

A partir de este ordenamiento, está en ciernes un análisis comparativo interregional de las representaciones visuales, en aras de establecer sus concordancias gráficas. Para ello, la metodología propuesta tiene que ver con el uso de cuatro categorías, a saber: 1) figuras trashumantes, aquellos diseños que se encuentran representados de manera idéntica en diversas regiones como posible expresión de la transmisión o expansión de patrones estéticos de colectivos humanos; 2) figuras semejantes, los que, pese a sus peculiaridades, poseen elementos comunes entre sí en su estructuración y composición general; 3) figuras locales, los de manufactura circunscrita a uno o varios sitios de una región como resultado de particularidades estéticas propias de una localidad; y 4) figuras disímiles, los que al parecer no poseen analogías entre las regiones analizadas, al menos según la información disponible hasta el momento.

Retos a futuro

Cabe advertir que la categorización figurativa de las representaciones visuales grabadas del CTF-NOV en base al método de los modelos rupestres, en pleno desarrollo, viene arrojando resultados porcentuales que reflejan la poca presencia de figuras trashumantes y semejantes a nivel interregional (Figuras 4 y 5). Contrariamente a lo esperado, se viene evidenciando la presencia de una heterogeneidad de representaciones conformando los repertorios locales y regionales. Ello quizá se deba a la libertad que tuvieron sus productores al momento de ejecutarlas. Surge así la necesidad de incorporar otras categorías descriptivas, más allá de las gráfico-temáticas, para la obtención de las características distintivas de los petroglifos del CTF-NOV, siendo ése el reto para futuros emprendimientos de investigación.

Figura 4. Figura trashumante del CTF-NOV. De izquierda a derecha: Bajo Negro, de Valle 2012; alto Negro, de Koch-Grünberg 1907; alto Orinoco, de Valencia y Sujo Volsky 1987; medio Orinoco, de Tavera Acosta 1956; lago de Valencia, de Páez. 

De acuerdo con los resultados parciales aquí esbozados, un análisis figurativo sería insuficiente para formular hipótesis sobre los contextos históricos, sociales, culturales, económicos y noéticos que estarían detrás de la producción del arte rupestre de las tierras bajas del norte de Suramérica.Aunque sin descartar, como algunos autores plantean (Ribeiro 2006), que las similitudes gráfico-temáticas del arte rupestre pudieran indicar pertenencia a pautas de representación compartidas por grupos distanciados espacial y/o temporalmente, se entiende que el estudio comparativo de los materiales rupestres requeriría la utilización de otras categorías descriptivas que engloben variables capaces de ser medidas en campo y cotejadas en laboratorio.

La categorización de los petroglifos del CTF-NOV parte entonces de la identificación de las distinciones tecno-estéticas que, a nivel local y regional, ostentan los materiales rupestres. Cobra así relevancia el uso de categorías descriptivas que aborden estos contextos locales y regionales. Entre ellas se encuentra la noción de estilo rupestre, definida como la transformación en el espacio-tiempo de una identidad gráfica rupestre en una unidad cultural diferenciada vinculada a una tradición rupestre de la cual evolucionó (Valle 2012). Esta categoría podría usarse entonces en futuros emprendimientos investigativos, como el punto inicial para desarrollar análisis comparativos y clasificatorios generales de los petroglifos de CTF-NOV.

 Figura 5. Imagen semejante del CTF-NOV. Nótese las similitudes estructurales de la composición. Izquierda: región del lago de Valencia, de Páez; derecha: bajo Negro,de Valle 2012.

El estudio comparativo de los petroglifos del CTF-NOV se perfila de este modo como una indagación sobre las particularidades tecno-estéticas locales y regionales de los materiales (determinación de estilos rupestres) para luego definir cómo se organizan en el amplio contexto macrorregional del cual se encuentran adscritos (la tradición rupestre). Se entiende así que una tradición rupestre estaría conformada por un conjunto de estilos rupestres superpuestos y articulados espacial y temporalmente por procesos de construcción de etnicidad en determinados contextos de interacción social.

Así pues, la determinación de las características distintivas de los petroglifos del CTF-NOV, acorde a una o varias tradiciones rupestres, estaría signada por el cruce de información proveniente de los diferentes estilos rupestres presentes en el corredor. Son pocos los estudios llevados a efecto en ese sentido (Greer 1995; Tarble de Scaramelli y Scaramelli 2010), quedando entonces un grueso de trabajo por hacer. Se trataría, en suma, de identificar cambios y renovaciones en la forma de producir y concebir el arte rupestre, capaces de ser aprehendidas arqueológicamente. Éste sería el mayor reto para enfrentar en el futuro de estudio del arte rupestre, tanto del CTF-NOV como de las tierras bajas del norte de Suramérica.

Figura 6. Sitio La Pedrera. Municipio Girardot Estado Aragua.

Agradecimientos

El presente trabajo fue realizado gracias al apoyo de la Coordinación de Mejoramiento de Personal de Educación Superior – Brasil (CAPES) – Código de Financiamiento 001. También al Programa de Posgraduación en Memoria Social y Patrimonio Cultural de la Universidad Federal de Pelotas (Brasil) y al Laboratorio de Estudios Interdisciplinarios de Cultura Material (LEICMA) de esta universidad. Se agradece asimismo las valiosas correcciones y comentarios al texto realizado por la Dra. Yara Altez de Páez.

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Para citación:

Páez, Leonardo (2021). Arte rupestre del Corredor Terrestre-fluvial Negro – Orinoco – lago de Valencia. avances de investigación. En: Lara García, Aline (editora). Manifestaciones rupestres en América Latina. Instituto Universitario de Estudios sobre América Latina, Universidad de Sevilla. ISBN 978-84-09-31817-9. pp. 147-157.

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