Arte rupestre del área Noroccidental de la cuenca del lago de Valencia. Un acercamiento desde la arqueología, la etnohistoria y la etnografía

Arte rupestre del área Noroccidental de la cuenca del lago de Valencia. Un acercamiento desde la arqueología, la etnohistoria y la etnografía

Ponencia presentada en las XIV Jornadas Iberoamericanas de Arqueología y Patrimonio (JIAP), Macao, Portugal, 27-28 de marzo de 2017. Publicada en la revista Techne, serie 2, no 4, volume 1. Instituto Terra y Memória. Disponible: http://institutoterramemoria.org  
MSc. Leonardo Páez

Resumen
El presente estudio muestra algunas consideraciones preliminares relacionadas a los sitios con arte rupestre del área Nor-occidental de la región geohistórica del lago de Valencia, estado Carabobo, Venezuela, suponiendo un acercamiento a los contextos socio-históricos y culturales de su producción y uso. Se afronta el estudio de los grupos aborígenes y sus posibles descendientes criollo-mestizos que ocuparon esta región antes y después del advenimiento y actuación de los europeos en el siglo XVI, abarcando un espacio temporal de cuatro mil años. Por vía del enfoque de la metodología etnohistórica, se presenta entonces un cuerpo de ideas tentativo que aborda interrogantes como autorías, cronología, función social y subsistencia de imaginarios colectivamente compartidos en torno a estos espacios durante la época Precolonial, Colonial y Republicana.
Palabras clave. Arte rupestre, lago de Valencia, metodología etnohistórica.

Resumo
Este estudo apresenta algumas considerações preliminares relacionados ao sítios de arte rupestre da zona norte-ocidental do região geohistórica do lago do Valencia, estado Carabobo, Venezuela, assumindo uma aproximação aos contextos sócio-históricos e culturais da sua produção e utilização. Está enfrentando o estudo de grupos indígenas e seus possíveis descendentes creole-mestiços que ocuparam esta região antes e após o advento eo desempenho dos europeus no século XVI, cobrindo um período de quatro mil anos. A título de abordagem metodológica etno-histórica que é então apresentado um corpo de idéias preliminares que aborda questões como autoria, cronologia, função social e sobrevivência do imaginário compartilhado coletivamente em torno destes espaços durante a era pré-colonial, colonial e republicana.
Palavras chave. Arte rupestre, Lago Valencia, metodologia etno-histórica.

Summary
The present study shows some preliminary considerations related to rock art sites in the northwestern area of ​​the geohistoric region of Lake Valencia, Carabobo State, Venezuela, assuming an approach to the socio-historical and cultural contexts of their production and use. The study of Aboriginal groups and their possible creole-mestizo descendants, who occupied this region before and after the advent and performance of the Europeans in the 16th century, spanned a four thousand year span. Through the approach of ethnohistorical methodology, a tentative body of ideas is presented that addresses questions such as authorship, chronology, social function and subsistence of collectively shared imagery around these spaces during the Precolonial, Colonial and Republican times.
Keywords. Rock art, Lake Valencia, ethnohistorical methodology.

1. El método etnohistórico y el estudio del arte rupestre

Salvando puntuales excepciones[1], la praxis investigativa del arte rupestre venezolano se ha concentrado por lo general en dar cuenta de las características descriptivas de los materiales encontrados, así como de su significado originario a través de lo que evocan sus representaciones gráficas. Esto se deduce de la revisión bibliográfica a disposición, donde se entrevé los pocos trabajos orientados a complementar la toma in situ de datos métricos y descriptivos con informaciones que propugnen un acercamiento a su significación, bien entre comunidades actuales, grupos criollo-mestizos del pasado u originarios pueblos indígenas de su contexto espacial.
 
Se plantea entonces el reto de avanzar más allá de esta praxis común, proyectando la investigación desde los contextos socio-culturales de producción y uso de estas manifestaciones, incluso más allá del ocaso y extinción de tales contextos. Tal planteamiento conlleva a considerar un procedimiento que permita la búsqueda e interpretación de datos que directa o indirectamente den cuenta de las tramas sociales relacionadas puntualmente con el espacio geográfico donde tales objetos se alojan. El desafío está en la reconstrucción sincrónica y/o diacrónica de la vida de los pueblos que habitaron el contexto espacial donde se insertan las manifestaciones rupestres motivo de investigación.

En tal sentido, el método etnohistórico, entendido como el estudio multidisciplinario de los pueblos indígenas del pasado y la pervivencia de sus imaginarios entre comunidades criollo-mestizas descendientes y campesinas actuales[2], supone una poderosa herramienta de trabajo que garantiza un plausible acercamiento a la comprensión de los contextos socio-históricos y culturales inherentes a la producción y uso del arte rupestre. Mediante este enfoque cobra valor como importante fuente de datos el acceso e interpretación de documentos, pero también la indagación del registro arqueológico o la consideración de los testimonios orales, todo auxiliado por marcos conceptuales aportados por la disciplina antropológica. De allí su importancia al momento de emprender praxis investigativas que propugnen avanzar más allá de la mera compilación de datos métricos y observaciones in situ de los artefactos rupestres, en aras de una acertada interpretación del origen, uso-función y significación, sincrónica y/o diacrónica, de esta pretérita expresión.

2. La región geohistórica del lago de Valencia y el PARANOT  

La praxis investigativa que se trae a colación, supone una muestra de lo que pudiera implementarse en las regiones geohistóricas venezolanas (u otros espacios geográficos) en pro de un acercamiento a las tramas por las cuales se produjeron y usaron las manifestaciones rupestres que perviven en sus predios. Ésta hace referencia a la región geohistórica del lago de Valencia o región tacarigüense[3], la cual, durante los últimos milenios de la época Precolonial venezolana, poco más o menos entre los años 2.200 antes de Cristo (a.C.) y 1.400 después de Cristo (d.C.), ocupaba una extensión aproximada de 4.500 km2 del territorio Centro-norte de Venezuela (mapa 1). Este particular contexto espacial y temporal, se asume, está integrado por tres sub-regiones diferenciadas[4], concebidas aquí como paisajes culturales: 1) un paisaje lacustre al Sur, abarcando la cuenca hidrográfica del lago de Valencia, depresión tectónica de 3.410 km2 de tierras fecundas y un lago de 380 km2 en su sección baja, a 408 m.s.n.m. (Deccarli, 2008); 2) un paisaje costero al Norte, ocupando 100 km de línea litoral y una superficie calculada en 500 km2, presentando en su sección Oriental pequeños valles constreñidos entre el mar Caribe y la cordillera de La Costa, y una costa playera en su lado Occidental extendida al Oeste de Puerto Cabello hasta el delta del río Yaracuy (Cruxent y Rouse (1982 I [1958]; Guevara, 1983); y 3) un paisaje cordillerano al Centro, dominado por una franja montañosa cercana a los 700 km2 de la llamada cordillera de La Costa, sistema montañoso que discurre paralelo a la línea litoral y que funge de divisoria entre el paisaje lacustre y el costero (mapa 2).
Mapa 1. Ubicación aproximada de la región tacarigüense en el contexto geográfico Centro-norte venezolano. Elaboración propia sobre mapa topográfico de Venezuela (http://www.oarval.org/TopoVNZ.jpg)  y mapa satelital del área Centro-norte venezolano (www.arcgis.com).

Mapa 2. Ubicación aproximada de las sub-regiones de la región tacarigüense, entendidas como paisajes culturales. Elaboración propia sobre mapa topográfico de Venezuela (http://www.oarval.org/TopoVNZ.jpg)  y mapa satelital del área Centro-norte venezolano (www.arcgis.com).

En las faldas y laderas de los estribos y montañas de la sección occidental del paisaje cordillerano, en su vertiente Norte y Sur, se encuentran importantes vestigios arqueológicos representados por un conjunto de Sitios con Arte Rupestre[5] (SAR) contentivo de petroglifos, morteros, puntos acoplados y monumentos megalíticos (imagen 1). Allí se ubican cientos de inscripciones pétreas y algunas estructuras hechas en roca, en apariencia asociados a antiguos caminos transmontanos, los cuales integran un paisaje cultural que produce al tiempo presente variedad de interrogantes y opiniones a las que los investigadores aún no han podido dar satisfactoria respuesta (mapa 3).
Imagen 1. Manifestaciones rupestres de la sección Occidental del paisaje cordillerano tacarigüense. Fotos e infografía: Leonardo Páez.

La franja cordillerana donde se alojan estos artefactos, recibirá aquí el título tentativo de Paisaje con Arte Rupestre del Área Noroccidental Tacarigüense (PARANOT). La noción Paisaje con Arte Rupestre, aquí sugerido, se entiende como un tipo de paisaje cultural donde múltiples SAR y las particularidades o fenómenos naturales presentes en su entorno posiblemente desempeñaron entre los grupos sociales implicados un rol esencial en la transmisión y conservación de importantes significados religiosos, sociales, políticos y/o económicos. El PARANOT, se concibe entonces como un espacio donde pervive un número significativo de SAR posiblemente vinculados social, histórica y culturalmente entre sí y al ámbito espacial de la región tacarigüense (mapa 4). Desde el enfoque político-territorial, el PARANOT incluye una extensa zona que abarca parte de los actuales municipios Diego Ibarra, San Joaquín, Guacara, San Diego, Naguanagua, Puerto Cabello (estado Carabobo) y Mario Briceño Iragorry (estado Aragua), con una superficie aproximada de 560 km2.
Mapa 3. SAR de las montañas de Vigirima posiblemente asociados a antiguos caminos trasmontanos y secundarios. Fuente: Páez, 2016.

Mapa 4. Ubicación aproximada del PARANOT en el contexto del área Occidental de la región tacarigüense. Elaboración propia sobre mapas de www.arcgis.com y del Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar (www.igvsb.gob.ve).

2. El PARANOT durante la época Precolonial (2.200 a.C. - 1.400 d.C.)

En líneas generales, el PARANOT supone el acto creativo de diferentes sociedades que habitaron la región tacarigüense antes del arribo de los europeos a América. A través de la interpretación de los datos arqueológicos e histórico-documentales disponibles, se pueden ubicar tentativamente tres períodos en que originariamente los diferentes SAR del PARANOT se habrían (re)construido, (re)utilizado y/o (re)interpretado, a saber: 1) el pre-agroalfarero (2.200 a.C.- 20 d.C.); 2) el Maipure-Arawak (20 d.C.- 870 d.C.); y 3) el Caribe-hablante (870 d.C.- 1.400 d.C., sin descartar una continuidad en la época Colonial) [ilustración 1].
Ilustración 1. Posibles etapas de producción y uso originario de los SAR del PARANOT. Elaboración propia.

Serían entonces 3.600 años de posible manufactura, uso y función social originario de los SAR del PARANOT, asociados a los constantes cambios socio-históricos producto de sucesivos procesos de ocupación y la dinámica de las relaciones interétnicas inter e intra regionales surgidas en la región tacarigüense durante la época Precolonial (Zucchi, 1985; Tarble, 1985; Oliver, 1989; Rivas, 2001; Herrera, 2009). Esta presunción inicial podría sustentarse en la variedad de signos y de tipos de surco observables en los petroglifos (imagen 2), pues explicarían la presencia de disímiles formas de concebir la manufactura de estos objetos durante los diferentes estadios temporales así como la factible variedad de autores y, por extensión, probablemente también en las intencionalidades y en los contenidos simbólicos.
Imagen 2. Algunos tipos de surco en diseños de petroglifos del PARANOT. Izquierda: diseño ubicado en el SAR La Cumaquita, municipio San Diego, estado Carabobo. Derecha: diseño localizado en el SAR La Corona del Rey, municipio Guacara, estado Carabobo. Foto e infografía: Leonardo Páez.

Mapa 5. Vía fluvial Negro-Casiquiare-Orinoco-Apure-Portuguesa-Pao, señalada por la arqueología como una de las rutas migratorias utilizadas por los colectivos étnicos de la Amazonía para arribar a la región tacarigüense. Elaboración propia sobre mapa de Tarble (1985).

En relación con la filiación cultural de los materiales rupestres, y de acuerdo a los modelos interdisciplinarios de poblamiento en los que se plantean los orígenes ancestrales de los troncos lingüísticos Maipure-Arawak y Caribe de la Costa y su arribo a la región tacarigüense (Zucchi, 1985; Tarble, 1985; Oliver, 1989), el PARANOT puede entenderse como la continuidad de una forma de expresión cultural propia de la región amazónica, pese a un posible origen pre-agroalfarero y a la distancia geográfica y generacional que separan tanto a las regiones como a los grupos sociales implicados (mapas 5 y 6). La hipotética filiación cultural amazónica de la mayoría de las manifestaciones rupestres del PARANOT trae a la palestra la posibilidad de que el arte rupestre de una vasta extensión perteneciente a las tierras bajas del Norte de Suramérica, incluyendo la región insular caribeña -en la que los estudios arqueológicos ubican los procesos de migración y ocupación Arawak y Caribe-, ostenten un origen ancestral común.

Mapa 6. Por la ruta fluvial Negro-Casiquiare-Orinoco-Apure-Portuguesa-Pao posiblemente se movilizaron desde la cuenca amazónica hacia el Norte algunos signos presentes en el arte rupestre y en la alfarería precolonial, como la denominada “doble espiral invertida”, traída a colación en la gráfica. La pieza cerámica observada corresponde a un plato con pedestal de la Serie Osoide rescatado en el Fundo La Betania, estado Barinas (fuente: Arroyo, Blanco y Wagner, 1999). Fuente de los diseños rupestres: Koch-Grünberg (1907), De Valencia y Sujo Volsky (1987), Ortiz y Pradilla (2002) y Valle (2012). Elaboración propia sobre mapa de Tarble (1985).

3. El PARANOT durante la época Colonial (1.499 d.C. - 1.810 d.C.)

Tomando en cuenta lo complejo que resulta la construcción de un discurso de incuestionable validez respecto al estatus social y cultural del PARANOT durante la época Colonial, debido a la ausencia de datos directos que den cuenta siquiera de la existencia del material rupestre en el contexto tacarigüense u otra región Norte-costera venezolana, pudiera plantearse tentativamente el desenvolvimiento de uno o varios de estos escenarios: 1) desconocimiento de los indígenas de la existencia de los SAR; 2) desconocimiento de los europeos de los SAR; 3) conocimiento de los SAR entre los indígenas pero sin ninguna significación social o ausencia de actividades colectivas dignas de documentar; 4) conocimiento de los SAR entre los indígenas con pervivencia de imaginarios y/o actividades que no fueron percibidas y/o documentadas por los europeos; o 5) conocimiento de los SAR entre los europeos pero no documentado en su oportunidad.

En todo caso, la total omisión de datos en los documentos coloniales, permite suponer la inoperatividad social del PARANOT o su poca importancia o significación entre los grupos indígenas tacarigüenses del siglo XVI, aún a sabiendas de la existencia de las manifestaciones rupestres de sus predios. Tal presunción pudiera sustentarse en las oportunidades que habrían tenido los europeos de captar, observar y/o conocer el contexto social aborigen a raíz de su vinculación en momentos más o menos intactos de supervivencia de sus costumbres y modos de expresión cultural, lo que tendría su cenit en el momento que se sucedieron los repartimientos y la reducción indígena al régimen de encomienda, precisamente cuando se debió haber producido un contacto más estrecho a raíz de asignársele a los recién llegados la responsabilidad de velar por su adoctrinamiento (Briceño, 1943; Ponce y Vaccari, 1980; Castillo, 2002; Cubillán, 2004). Pero además, acaso también se evidencie en el uso consuetudinario europeo de los caminos trasmontanos del PARANOT a partir de la segunda mitad del dieciseiseno siglo, con lo cual habrían tenido la oportunidad de avistar, observar y/o detallar trazas de uso y operatividad de los SAR aledaños a estas sendas, asunto que sin embargo los documentos no explicitan (mapa 7).
A pesar de la inadvertencia de operatividad social del PARANOT entre los grupos aborígenes del dieciseiseno, los datos etnográficos colectados en los siglos XVIII y XIX en otras regiones venezolanas permiten no descartar la pervivencia de ciertos referentes que, de alguna manera, quizá le otorgaban un sentido o valor dentro del contexto social de la época Colonial. Tal vez, la existencia de imágenes y estereotipos alrededor de los SAR del PARANOT estaría estrechamente vinculada al conocimiento mismo de su presencia en el paisaje, investido éste de una connotación mítica, tal vez agorera, como sucedería entre los grupos aborígenes que habitaban la región de la cuenca orinoquense y guayanesa durante el tiempo aludido, algunos de filiación Caribe, por tanto emparentados lingüística y culturalmente con los pobladores tacarigüenses que hicieron contacto y convivieron con los conquistadores y colonizadores europeos (Humboldt, 1969; Schomburgk R., 1841; Schomburgk M.R., 1922 [1847]; Im Thurn, 1883).

Mapa 7. Hitos históricos del siglo XVI asociados al PARANOT. Fuente: Páez, 2016.

4. El PARANOT durante la época Republicana (1.810 d.C. - 1.950 d.C.)

La posible subsistencia de imaginarios colectivamente compartidos y culturalmente emparentados a la ancestral cultura indígena tacarigüense durante la época Colonial y Republicana, pudiera evidenciarse en los datos preliminares colectados entre los habitantes actuales de ciertas comunidades insertas en el PARANOT (mapa 8). En efecto, el trabajo etnográfico realizado entre estos avecindados (posiblemente descendientes mestizos de pobladores cuyos orígenes se remontan a tiempos tempranos de la historia regional) deja al descubierto la presencia de cierta memoria acerca de una ascendencia aborigen así como de cierta huella indígena en la valoración actual de algunos SAR.

Mapa 8. Comunidades del PARANOT consideradas en el trabajo etnográfico: La Cumaca, Tronconero, Vigirima (vertiente Sur cordillerana) y Patanemo (vertiente Norte). Elaboración propia sobre mapa del Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar (www.igvsb.gob.ve).

Tal situación se hizo evidente en el caso de la comunidad La Cumaca[6], donde se colectó la creencia, mantenida hasta mediados del pasado siglo, sobre la existencia de seres inmateriales (los denominados espantos y aparecidos) actuando en la llamada Piedra El Altar de la Virgen, una roca con grabados rupestres del SAR La Cumaquita (imagen 3). En efecto, este sitio se consideró entre los lugareños un lugar fatídico del cual había que cuidarse de sus nefastos influjos, una valoración que recuerda enormemente las observaciones realizadas entre comunidades indígenas guayanesas por algunos de los autores decimonónicos consultados (Im Thurn, 1883). La creencia sobre fuerzas adversas operando en este espacio, acaso represente un aporte y reinterpretación de origen cristiano (el llamado catolicismo popular) de un antiguo imaginario indígena precedente (Ascencio, 2012), asociado éste con la presencia de influjos mágicos operando en torno a los petroglifos y demás manifestaciones rupestres. 

Imagen 3. Vista parcial de la roca conocida como “Piedra El Altar de la Virgen”. SAR La Cumaquita, municipio San Diego, estado Carabobo. Nótese el nicho donde reposa una imagen escultórica de la virgen de Lourdes, exactamente arriba de unos grabados rupestres. Foto: cortesía Marta de Araujo (2004).

La posible re-significación agorera del SAR La Cumaquita a mediados del siglo XX, incita a no descartar tal situación como una constante para todos los SAR del PARANOT y demás espacios de la región tacarigüense, aunque no se posean datos concretos todavía. En todo caso, se sugiere que la categorización de espacio funesto para los SAR sería un elemento proveniente del mundo simbólico y conceptual que los indígenas tacarigüenses manejaban en torno a estos parajes, quizá vigente a partir de la pérdida de su uso y función social originaria asignada por sus productores-usuarios en algún momento postrero de la época Precolonial.

A su vez, la praxis etnográfica llevada a efecto permitió notar la pervivencia de otros posibles imaginarios indígenas, puesto de manifiesto en relatos como la denominada leyenda del Mojano. En efecto, los testimonios colectados entre los vecinos más longevos de la comunidad de Tronconero[7] dan cuenta de la creencia, conservada aún en la actualidad, sobre la existencia de individuos (Mojanos) con capacidad de transmutarse en felino u otorgar salud o enfermedad por medio de plantas y oraciones. Esta particularidad recuerda enormemente los poderes atribuidos a los piaches indígenas, tal como lo describe el gobernador Juan de Pimentel en la segunda mitad del siglo XVI (En Arellano, 1964), así como a entidades zoomorfas insertas en el imaginario aborigen que pueden adoptar también la forma humana (Perrin, 1993). El atributo siniestro o demoníaco hacia la figura del Mojano, probablemente originado a partir del carácter peyorativo con que la iglesia católica envistió a las prácticas religiosas aborígenes, acaso fungiría de elemento probatorio para establecer analogías entre dicha figura y el piache. Un dato importante que permitiría afianzar aún más esta presunción, se encuentra en el hecho del poder de trasmutación con que los testimonios envisten a este personaje, como el de convertirse en felino (Ídem.).

Por su parte, otras valoraciones tradicionales hasta hace poco practicadas en las comunidades del PARANOT-con posibles elementos que sugieren cierta continuidad con el pasado indígena de la región-, saldrían a la luz con el trabajo etnográfico realizado. En tal sentido se pueden mencionar algunas referencias al trasiego trasmontano para el intercambio de bienes entre costa y lago (incluida la sal como bien trocado), la producción de alfarería con técnicas y formas tradicionales, ciertos topónimos de origen indígena o que pudieran tener equivalente en lengua indígena o el reconocimiento de la ancestralidad aborigen, por ejemplo.

5. Consideraciones finales

De manera sucinta se ha puesto sobre la palestra un cuerpo de ideas tentativo referido al estatus social y cultural del PARANOT a través de un espacio temporal de cuatro mil años. Pareciera que ciertas actitudes no cesaron con la desaparición de sus creadores y usuarios originarios, ni de su mundo social y cultural ni el propósito de su elaboración, sino que permanecieron en el tiempo, llegando incluso a la época actual. Eso sí, con las transformaciones inevitables que ocasionaron siglos de coexistencia y fusión de las comunidades originarias con los otros componentes pobladores. Las relaciones diacrónicas de este espacio con su entorno social, sean o hayan sido de carácter funcional, sacro, agorero, mnemónico, de temor o respeto, desidia o desdén, de admiración, patrimonial, entre otras, se muestran interesantes de examinar, pudiendo formar parte de futuras pesquisas, especialmente porque la desmedida transformación urbana y demográfica de la región tacarigüense amenaza simultáneamente tanto su estado físico como la memoria oral de las comunidades que moran en sus alrededores. Aunque con el presente trabajo se procura visibilizar este valioso legado, la cantidad de trabajo por hacer y el envejecimiento y desaparición de los moradores con mayor cúmulo de información, hacen perentorio continuar esta labor.

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Notas




[1] Donde cabrían destacar, entre otros, las investigaciones de González Ñáñez, 1980; Sujo Volsky, 1987; Rivas, 1993; Tarble y Sacaramelli, 1993; Antczak y Antczak, 2007; Morón, 2007; Tarble y Scaramelli, 2010; Vargas Arenas, 2010; Jaimes Ramírez, 2011; Navarrete, 2013; Páez, 2016.

[2] Bajo esta noción, desde hace unos años la Escuela de Antropología de la Universidad Central de Venezuela (UCV) asume una línea de investigación bajo el término de “antropología histórica”. Desde esta perspectiva, se asume que la noción “etno”, de manera peyorativa ...“ha sido utilizada, dentro de la general geopolítica del saber occidental, para definir los saberes producidos por los grupos culturales y étnicos extraoccidentales en oposición a los producidos por la modernidad occidental, en cuyo seno se habrían gestado las "ciencias", es decir, saberes con valor universal” (Amodio, 2005: 153).

[3] Como también se convendrá en llamar aquí, en reconocimiento al antiguo topónimo aborigen del lago de Valencia: la laguna de Tacarigua.

[4]  Cabe la posibilidad que para la llegada de los europeos en el siglo XVI, la región tacarigüense haya abarcado un cuarto paisaje cultural comprendido por los valles intermontanos de Chirgua y Guataparo, al Oeste de la depresión del lago de Valencia.

[5] Se asume en esta investigación, como unidad mínima de análisis, el concepto de SAR, planteado por Martínez Celis (2012: 69-81) para el abordaje de la investigación, gestión y protección del arte rupestre. Esta noción define ...“la extensión de terreno (superficial y subterráneo) que contiene o está relacionado con el emplazamiento rocoso en que se inscriben los motivos rupestres”... (Ibíd.: 80).

[6] En el municipio San Diego, al Suroeste del PARANOT.

[7] En esta localidad se ubican cinco SAR, entre ellos el de Piedra Pintada, uno de los sitios emblemáticos del arte rupestre venezolano (cfr. Páez, 2011).

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