Arte rupestre del área Noroccidental de la cuenca del lago de Valencia. Un acercamiento desde la arqueología, la etnohistoria y la etnografía
Arte rupestre del área Noroccidental de la cuenca del lago de Valencia. Un acercamiento desde la arqueología, la etnohistoria y la etnografía
Ponencia presentada en las XIV Jornadas Iberoamericanas de Arqueología y Patrimonio (JIAP), Macao, Portugal, 27-28 de marzo de 2017. Publicada en la revista Techne, serie 2, no 4, volume 1. Instituto Terra y Memória. Disponible: http://institutoterramemoria.org
MSc. Leonardo Páez
Resumen
El presente estudio muestra algunas consideraciones preliminares relacionadas
a los sitios con arte rupestre del área Nor-occidental de la región
geohistórica del lago de Valencia, estado Carabobo, Venezuela, suponiendo un
acercamiento a los contextos socio-históricos y culturales de su producción y
uso. Se afronta el estudio de los grupos aborígenes y sus posibles
descendientes criollo-mestizos que ocuparon esta región antes y después del
advenimiento y actuación de los europeos en el siglo XVI, abarcando un espacio
temporal de cuatro mil años. Por vía del enfoque de la metodología etnohistórica, se presenta
entonces un cuerpo de ideas tentativo que aborda interrogantes como autorías,
cronología, función social y subsistencia de imaginarios colectivamente
compartidos en torno a estos espacios durante la época Precolonial, Colonial y
Republicana.
Palabras clave. Arte rupestre, lago
de Valencia, metodología etnohistórica.
Resumo
Este estudo apresenta algumas considerações preliminares relacionados ao
sítios de arte rupestre da zona norte-ocidental do região geohistórica do lago
do Valencia, estado Carabobo, Venezuela, assumindo uma aproximação aos
contextos sócio-históricos e culturais da sua produção e utilização. Está
enfrentando o estudo de grupos indígenas e seus possíveis descendentes
creole-mestiços que ocuparam esta região antes e após o advento eo desempenho
dos europeus no século XVI, cobrindo um período de quatro mil anos. A título de
abordagem metodológica etno-histórica que é então apresentado um corpo de
idéias preliminares que aborda questões como autoria, cronologia, função social
e sobrevivência do imaginário compartilhado coletivamente em torno destes
espaços durante a era pré-colonial, colonial e republicana.
Palavras chave. Arte rupestre, Lago Valencia,
metodologia etno-histórica.
Summary
The present study shows some preliminary considerations related to rock
art sites in the northwestern area of the geohistoric region of Lake Valencia, Carabobo
State, Venezuela, assuming an approach to the socio-historical and cultural
contexts of their production and use. The study of Aboriginal groups and their
possible creole-mestizo descendants, who occupied this region before and after
the advent and performance of the Europeans in the 16th century, spanned a four
thousand year span. Through the approach of ethnohistorical methodology, a
tentative body of ideas is presented that addresses questions such as
authorship, chronology, social function and subsistence of collectively shared
imagery around these spaces during the Precolonial, Colonial and Republican
times.
Keywords. Rock art, Lake Valencia,
ethnohistorical methodology.
1. El método etnohistórico y el estudio del arte rupestre
Salvando puntuales excepciones[1],
la praxis investigativa del arte rupestre venezolano se ha concentrado por lo
general en dar cuenta de las características descriptivas de los materiales
encontrados, así como de su significado originario a través de lo que evocan
sus representaciones gráficas. Esto se deduce de la revisión bibliográfica a
disposición, donde se entrevé los pocos trabajos orientados a complementar la
toma in situ de datos métricos y
descriptivos con informaciones que propugnen un acercamiento a su significación,
bien entre comunidades actuales, grupos criollo-mestizos del pasado u
originarios pueblos indígenas de su contexto espacial.
Se plantea entonces el reto de avanzar más allá de esta
praxis común, proyectando la investigación desde los contextos socio-culturales
de producción y uso de estas manifestaciones, incluso más allá del ocaso y extinción
de tales contextos. Tal planteamiento conlleva a considerar un procedimiento
que permita la búsqueda e interpretación de datos que directa o indirectamente
den cuenta de las tramas sociales relacionadas puntualmente con el espacio
geográfico donde tales objetos se alojan. El desafío está en la reconstrucción
sincrónica y/o diacrónica de la vida de los pueblos que habitaron el contexto
espacial donde se insertan las manifestaciones rupestres motivo de
investigación.
En
tal sentido, el método etnohistórico, entendido como el estudio multidisciplinario de los pueblos indígenas
del pasado y la pervivencia de sus imaginarios entre comunidades criollo-mestizas
descendientes y campesinas actuales[2], supone una poderosa herramienta de trabajo que
garantiza un plausible acercamiento a la comprensión de los contextos
socio-históricos y culturales inherentes a la producción y uso del arte
rupestre. Mediante este enfoque cobra valor como
importante fuente de datos el acceso e interpretación de documentos, pero también la indagación del registro arqueológico o
la consideración de los testimonios orales, todo auxiliado por marcos
conceptuales aportados por la disciplina antropológica. De allí su importancia al
momento de emprender praxis investigativas que propugnen avanzar más allá de la
mera compilación de datos métricos y observaciones in situ de los artefactos rupestres, en aras de una acertada interpretación
del origen, uso-función y significación, sincrónica y/o diacrónica, de esta
pretérita expresión.
2. La región geohistórica del
lago de Valencia y el PARANOT
La praxis investigativa que se
trae a colación, supone una muestra de lo que pudiera implementarse en las
regiones geohistóricas venezolanas (u otros espacios geográficos) en pro de un
acercamiento a las tramas por las cuales se produjeron y usaron las
manifestaciones rupestres que perviven en sus predios. Ésta hace referencia a
la región geohistórica del lago de Valencia o región tacarigüense[3], la cual, durante los últimos milenios
de la época Precolonial venezolana, poco más o menos entre los años 2.200 antes
de Cristo (a.C.) y 1.400 después de Cristo (d.C.), ocupaba una extensión
aproximada de 4.500 km2 del territorio Centro-norte de Venezuela
(mapa 1). Este particular contexto espacial y temporal, se asume, está integrado
por tres sub-regiones diferenciadas[4], concebidas
aquí como paisajes culturales: 1) un paisaje lacustre al Sur, abarcando la
cuenca hidrográfica del lago de Valencia, depresión tectónica de 3.410 km2
de tierras fecundas y un lago de 380 km2 en su sección baja, a 408
m.s.n.m. (Deccarli, 2008); 2) un paisaje costero al Norte, ocupando 100 km de
línea litoral y una superficie calculada en 500 km2, presentando en
su sección Oriental pequeños valles constreñidos entre el mar Caribe y la
cordillera de La Costa, y una costa playera en su lado Occidental extendida al
Oeste de Puerto Cabello hasta el delta del río Yaracuy (Cruxent y Rouse (1982 I
[1958]; Guevara, 1983); y 3) un paisaje cordillerano al Centro, dominado por
una franja montañosa cercana a los 700 km2 de la llamada cordillera
de La Costa, sistema montañoso que discurre paralelo a la línea litoral y que funge
de divisoria entre el paisaje lacustre y el costero (mapa 2).
Mapa 1. Ubicación aproximada
de la región tacarigüense en el contexto geográfico Centro-norte venezolano.
Elaboración propia sobre mapa topográfico de Venezuela
(http://www.oarval.org/TopoVNZ.jpg) y
mapa satelital del área Centro-norte venezolano (www.arcgis.com).
Mapa 2. Ubicación aproximada
de las sub-regiones de la región tacarigüense, entendidas como paisajes
culturales. Elaboración propia sobre mapa topográfico de Venezuela
(http://www.oarval.org/TopoVNZ.jpg) y
mapa satelital del área Centro-norte venezolano (www.arcgis.com).
En
las faldas y laderas de los estribos y montañas de la sección occidental del
paisaje cordillerano, en su vertiente Norte y Sur, se encuentran importantes
vestigios arqueológicos representados por un conjunto de Sitios con Arte Rupestre[5] (SAR)
contentivo de petroglifos, morteros, puntos acoplados y monumentos megalíticos
(imagen 1). Allí se ubican cientos de inscripciones pétreas y algunas
estructuras hechas en roca, en apariencia asociados a antiguos caminos transmontanos,
los cuales integran un paisaje cultural que produce al tiempo presente variedad
de interrogantes y opiniones a las que los investigadores aún no han podido dar
satisfactoria respuesta (mapa 3).
Imagen 1.
Manifestaciones rupestres de la sección Occidental del paisaje cordillerano
tacarigüense. Fotos e infografía: Leonardo Páez.
La
franja cordillerana donde se alojan estos artefactos, recibirá aquí el título tentativo
de Paisaje con Arte Rupestre del Área
Noroccidental Tacarigüense (PARANOT). La noción Paisaje con Arte Rupestre, aquí sugerido, se entiende como un tipo
de paisaje cultural donde múltiples SAR y las particularidades o fenómenos
naturales presentes en su entorno posiblemente desempeñaron entre los grupos
sociales implicados un rol esencial en la transmisión y conservación de
importantes significados religiosos, sociales, políticos y/o económicos. El
PARANOT, se concibe entonces como un espacio donde pervive un número significativo
de SAR posiblemente vinculados social, histórica y culturalmente entre sí y al ámbito
espacial de la región tacarigüense (mapa 4). Desde el enfoque
político-territorial, el PARANOT incluye una extensa zona que abarca parte de
los actuales municipios Diego Ibarra, San Joaquín, Guacara, San Diego,
Naguanagua, Puerto Cabello (estado Carabobo) y Mario Briceño Iragorry (estado
Aragua), con una superficie aproximada de 560 km2.
Mapa 3. SAR de las montañas de
Vigirima posiblemente asociados a antiguos caminos trasmontanos y secundarios.
Fuente: Páez, 2016.
Mapa 4. Ubicación aproximada
del PARANOT en el contexto del área Occidental de la región tacarigüense.
Elaboración propia sobre mapas de www.arcgis.com y del Instituto Geográfico de
Venezuela Simón Bolívar (www.igvsb.gob.ve).
2. El PARANOT durante la época Precolonial (2.200 a.C. -
1.400 d.C.)
En líneas generales,
el PARANOT supone el acto creativo de diferentes sociedades que habitaron la
región tacarigüense antes del arribo de los europeos a América. A través de la
interpretación de los datos arqueológicos e histórico-documentales disponibles,
se pueden ubicar tentativamente tres períodos en que originariamente los
diferentes SAR del PARANOT se habrían (re)construido, (re)utilizado y/o
(re)interpretado, a saber: 1) el pre-agroalfarero (2.200 a.C.- 20 d.C.); 2) el
Maipure-Arawak (20 d.C.- 870 d.C.); y 3) el Caribe-hablante (870 d.C.- 1.400
d.C., sin descartar una continuidad en la época Colonial) [ilustración 1].
Ilustración 1. Posibles etapas de producción y uso
originario de los SAR del PARANOT. Elaboración propia.
Serían entonces 3.600
años de posible manufactura, uso y función social originario de los SAR del
PARANOT, asociados a los constantes cambios socio-históricos producto de
sucesivos procesos de ocupación y la dinámica de las relaciones interétnicas
inter e intra regionales surgidas en la región tacarigüense durante la época
Precolonial (Zucchi, 1985; Tarble, 1985; Oliver, 1989; Rivas, 2001; Herrera,
2009). Esta presunción inicial podría sustentarse en la variedad de signos y de
tipos de surco observables en los petroglifos (imagen 2), pues explicarían la
presencia de disímiles formas de concebir la manufactura de estos objetos
durante los diferentes estadios temporales así como la factible variedad de
autores y, por extensión, probablemente también en las intencionalidades y en
los contenidos simbólicos.
Imagen
2. Algunos tipos de surco en diseños de petroglifos del PARANOT. Izquierda:
diseño ubicado en el SAR La Cumaquita, municipio San Diego, estado Carabobo.
Derecha: diseño localizado en el SAR La Corona del Rey, municipio Guacara,
estado Carabobo. Foto e infografía: Leonardo Páez.
Mapa 5. Vía fluvial
Negro-Casiquiare-Orinoco-Apure-Portuguesa-Pao, señalada por la arqueología como
una de las rutas migratorias utilizadas por los colectivos étnicos de la
Amazonía para arribar a la región tacarigüense. Elaboración propia sobre mapa
de Tarble (1985).
En relación con la
filiación cultural de los materiales rupestres, y de acuerdo a los modelos
interdisciplinarios de poblamiento en los que se plantean los orígenes
ancestrales de los troncos lingüísticos Maipure-Arawak y Caribe de la Costa y
su arribo a la región tacarigüense (Zucchi, 1985; Tarble, 1985; Oliver, 1989),
el PARANOT puede entenderse como la continuidad de una forma de expresión
cultural propia de la región amazónica, pese a un posible origen
pre-agroalfarero y a la distancia geográfica y generacional que separan tanto a
las regiones como a los grupos sociales implicados (mapas 5 y 6). La hipotética
filiación cultural amazónica de la mayoría de las manifestaciones rupestres del
PARANOT trae a la palestra la posibilidad de que el arte rupestre de una vasta
extensión perteneciente a las tierras bajas del Norte de Suramérica, incluyendo
la región insular caribeña -en la que los estudios arqueológicos ubican los
procesos de migración y ocupación Arawak y Caribe-, ostenten un origen
ancestral común.
Mapa 6. Por la ruta
fluvial Negro-Casiquiare-Orinoco-Apure-Portuguesa-Pao posiblemente se
movilizaron desde la cuenca amazónica hacia el Norte algunos signos presentes
en el arte rupestre y en la alfarería precolonial, como la denominada “doble
espiral invertida”, traída a colación en la gráfica. La pieza cerámica
observada corresponde a un plato con pedestal de la Serie Osoide rescatado en
el Fundo La Betania, estado Barinas (fuente: Arroyo, Blanco y Wagner, 1999).
Fuente de los diseños rupestres: Koch-Grünberg (1907), De Valencia y Sujo
Volsky (1987), Ortiz y Pradilla (2002) y Valle (2012). Elaboración propia sobre
mapa de Tarble (1985).
3. El PARANOT durante la época Colonial (1.499 d.C. - 1.810
d.C.)
Tomando en cuenta lo
complejo que resulta la construcción de un discurso de incuestionable validez
respecto al estatus social y cultural del PARANOT durante la época Colonial,
debido a la ausencia de datos directos que den cuenta siquiera de la existencia
del material rupestre en el contexto tacarigüense u otra región Norte-costera venezolana,
pudiera plantearse tentativamente el desenvolvimiento de uno o varios de estos
escenarios: 1) desconocimiento de los indígenas de la existencia de los SAR; 2)
desconocimiento de los europeos de los SAR; 3) conocimiento de los SAR entre
los indígenas pero sin ninguna significación social o ausencia de actividades
colectivas dignas de documentar; 4) conocimiento de los SAR entre los indígenas
con pervivencia de imaginarios y/o actividades que no fueron percibidas y/o
documentadas por los europeos; o 5) conocimiento de los SAR entre los europeos
pero no documentado en su oportunidad.
En
todo caso, la total omisión de datos en los documentos coloniales, permite
suponer la inoperatividad social del PARANOT o su poca importancia o
significación entre los grupos indígenas tacarigüenses del siglo XVI, aún a
sabiendas de la existencia de las manifestaciones rupestres de sus predios. Tal
presunción pudiera sustentarse en las oportunidades que habrían tenido los
europeos de captar, observar y/o conocer el contexto social aborigen a raíz de
su vinculación en momentos más o menos intactos de supervivencia de sus
costumbres y modos de expresión cultural, lo que tendría su cenit en el momento
que se sucedieron los repartimientos y la reducción indígena al régimen de
encomienda, precisamente cuando se debió haber producido un contacto más
estrecho a raíz de asignársele a los recién llegados la responsabilidad de
velar por su adoctrinamiento (Briceño, 1943; Ponce y
Vaccari, 1980; Castillo, 2002; Cubillán, 2004).
Pero además, acaso también se evidencie en el uso consuetudinario europeo de
los caminos trasmontanos del PARANOT a partir de la segunda mitad del
dieciseiseno siglo, con lo cual habrían tenido la oportunidad de avistar, observar
y/o detallar trazas de uso y operatividad de los SAR aledaños a estas sendas,
asunto que sin embargo los documentos no explicitan (mapa 7).
A pesar de la
inadvertencia de operatividad social del PARANOT entre los grupos aborígenes
del dieciseiseno, los datos etnográficos colectados en los siglos XVIII y XIX
en otras regiones venezolanas permiten no descartar la pervivencia de ciertos
referentes que, de alguna manera, quizá le otorgaban un sentido o valor dentro
del contexto social de la época Colonial. Tal vez, la existencia de imágenes y
estereotipos alrededor de los SAR del PARANOT estaría estrechamente vinculada
al conocimiento mismo de su presencia en el paisaje, investido éste de una
connotación mítica, tal vez agorera, como sucedería entre los grupos aborígenes
que habitaban la región de la cuenca orinoquense y guayanesa durante el tiempo
aludido, algunos de filiación Caribe, por tanto emparentados lingüística y
culturalmente con los pobladores tacarigüenses que hicieron contacto y
convivieron con los conquistadores y colonizadores europeos (Humboldt, 1969;
Schomburgk R., 1841; Schomburgk M.R., 1922 [1847]; Im Thurn, 1883).
Mapa 7. Hitos históricos del siglo XVI asociados al PARANOT.
Fuente: Páez, 2016.
4. El PARANOT durante la época Republicana (1.810 d.C. -
1.950 d.C.)
La posible
subsistencia de imaginarios colectivamente compartidos y culturalmente
emparentados a la ancestral cultura indígena tacarigüense durante la época
Colonial y Republicana, pudiera evidenciarse en los datos preliminares
colectados entre los habitantes actuales de ciertas comunidades insertas en el
PARANOT (mapa 8). En efecto, el trabajo etnográfico realizado entre estos
avecindados (posiblemente descendientes mestizos de pobladores cuyos orígenes
se remontan a tiempos tempranos de la historia regional) deja al descubierto la
presencia de cierta memoria acerca de una ascendencia aborigen así como de
cierta huella indígena en la valoración actual de algunos SAR.
Mapa 8. Comunidades del
PARANOT consideradas en el trabajo etnográfico: La Cumaca, Tronconero, Vigirima
(vertiente Sur cordillerana) y Patanemo (vertiente Norte). Elaboración propia
sobre mapa del Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar
(www.igvsb.gob.ve).
Tal situación se hizo
evidente en el caso de la comunidad La Cumaca[6],
donde se colectó la creencia, mantenida hasta mediados del pasado siglo, sobre
la existencia de seres inmateriales (los denominados espantos y aparecidos)
actuando en la llamada Piedra El Altar de la Virgen, una roca con grabados
rupestres del SAR La Cumaquita (imagen 3). En efecto, este sitio se consideró
entre los lugareños un lugar fatídico del cual había que cuidarse de sus
nefastos influjos, una valoración que recuerda enormemente las observaciones
realizadas entre comunidades indígenas guayanesas por algunos de los autores
decimonónicos consultados (Im Thurn, 1883). La creencia sobre fuerzas adversas operando
en este espacio, acaso represente un aporte y reinterpretación de origen
cristiano (el llamado catolicismo popular) de un antiguo imaginario indígena
precedente (Ascencio, 2012), asociado éste con la presencia de influjos mágicos
operando en torno a los petroglifos y demás manifestaciones rupestres.
Imagen 3. Vista
parcial de la roca conocida como “Piedra El Altar de la Virgen”. SAR La
Cumaquita, municipio San Diego, estado Carabobo. Nótese el nicho donde reposa
una imagen escultórica de la virgen de Lourdes, exactamente arriba de unos
grabados rupestres. Foto: cortesía Marta de Araujo (2004).
La posible re-significación
agorera del SAR La Cumaquita a mediados del siglo XX, incita a no descartar tal
situación como una constante para todos los SAR del PARANOT y demás espacios de
la región tacarigüense, aunque no se posean datos concretos todavía. En todo
caso, se sugiere que la categorización de espacio funesto para los SAR sería un
elemento proveniente del mundo simbólico y conceptual que los indígenas
tacarigüenses manejaban en torno a estos parajes, quizá vigente a partir de la
pérdida de su uso y función social originaria asignada por sus
productores-usuarios en algún momento postrero de la época Precolonial.
A su vez, la praxis
etnográfica llevada a efecto permitió notar la pervivencia de otros posibles
imaginarios indígenas, puesto de manifiesto en relatos como la denominada leyenda
del Mojano. En efecto, los testimonios colectados entre los vecinos más
longevos de la comunidad de Tronconero[7] dan
cuenta de la creencia, conservada aún en la actualidad, sobre la existencia de
individuos (Mojanos) con capacidad de transmutarse en felino u otorgar salud o
enfermedad por medio de plantas y oraciones. Esta particularidad recuerda
enormemente los poderes atribuidos a los piaches indígenas, tal como lo describe el gobernador Juan de Pimentel en la segunda
mitad del siglo XVI (En Arellano, 1964), así
como a entidades zoomorfas insertas en el imaginario aborigen que pueden
adoptar también la forma humana (Perrin, 1993). El atributo siniestro o demoníaco
hacia la figura del Mojano, probablemente originado a partir del carácter
peyorativo con que la iglesia católica envistió a las prácticas religiosas
aborígenes, acaso fungiría de elemento probatorio para establecer analogías
entre dicha figura y el piache. Un dato importante que permitiría afianzar aún
más esta presunción, se encuentra en el hecho del poder de trasmutación con que
los testimonios envisten a este personaje, como el de convertirse en felino (Ídem.).
Por su parte, otras
valoraciones tradicionales hasta hace poco practicadas en las comunidades del
PARANOT-con posibles elementos que sugieren cierta continuidad con el pasado
indígena de la región-, saldrían a la luz con el trabajo etnográfico realizado.
En tal sentido se pueden mencionar algunas referencias al trasiego trasmontano
para el intercambio de bienes entre costa y lago (incluida la sal como bien
trocado), la producción de alfarería con técnicas y formas tradicionales,
ciertos topónimos de origen indígena o que pudieran tener equivalente en lengua
indígena o el reconocimiento de la ancestralidad aborigen, por ejemplo.
5. Consideraciones finales
De manera sucinta se
ha puesto sobre la palestra un cuerpo de ideas tentativo referido al estatus
social y cultural del PARANOT a través de un espacio temporal de cuatro mil
años. Pareciera que ciertas actitudes no cesaron con la desaparición de sus
creadores y usuarios originarios, ni de su mundo social y cultural ni el
propósito de su elaboración, sino que permanecieron en el tiempo, llegando
incluso a la época actual. Eso sí, con las transformaciones inevitables que
ocasionaron siglos de coexistencia y fusión de las comunidades originarias con
los otros componentes pobladores. Las relaciones diacrónicas de este espacio
con su entorno social, sean o hayan sido de carácter funcional, sacro, agorero,
mnemónico, de temor o respeto, desidia o desdén, de admiración, patrimonial,
entre otras, se muestran interesantes de examinar, pudiendo formar parte de
futuras pesquisas, especialmente porque la desmedida transformación urbana y
demográfica de la región tacarigüense amenaza simultáneamente tanto su estado
físico como la memoria oral de las comunidades que moran en sus alrededores.
Aunque con el presente trabajo se procura visibilizar este valioso legado, la cantidad
de trabajo por hacer y el envejecimiento y desaparición de los moradores con
mayor cúmulo de información, hacen perentorio continuar esta labor.
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Notas
[1] Donde cabrían destacar, entre otros, las investigaciones de González Ñáñez, 1980; Sujo Volsky,
1987; Rivas, 1993; Tarble y Sacaramelli, 1993; Antczak y Antczak, 2007; Morón,
2007; Tarble y Scaramelli, 2010; Vargas Arenas, 2010; Jaimes Ramírez, 2011;
Navarrete, 2013; Páez, 2016.
[2] Bajo esta noción, desde hace unos años la Escuela de Antropología
de la Universidad Central de Venezuela (UCV) asume una línea de investigación
bajo el término de “antropología histórica”. Desde esta perspectiva, se asume
que la noción “etno”, de manera peyorativa ...“ha sido utilizada, dentro de la
general geopolítica del saber occidental, para definir los saberes producidos
por los grupos culturales y étnicos extraoccidentales en oposición a los
producidos por la modernidad occidental, en cuyo seno se habrían gestado las
"ciencias", es decir, saberes con valor universal” (Amodio, 2005:
153).
[3] Como también se convendrá en llamar aquí, en reconocimiento al
antiguo topónimo aborigen del lago de Valencia: la laguna de Tacarigua.
[4] Cabe la posibilidad que para
la llegada de los europeos en el siglo XVI, la región tacarigüense haya
abarcado un cuarto paisaje cultural comprendido por los valles intermontanos de
Chirgua y Guataparo, al Oeste de la depresión del lago de Valencia.
[5] Se asume en esta investigación, como unidad mínima de análisis, el
concepto de SAR, planteado por Martínez Celis (2012: 69-81) para el abordaje de
la investigación, gestión y protección del arte rupestre. Esta noción define
...“la extensión de terreno (superficial y subterráneo) que contiene o está
relacionado con el emplazamiento rocoso en que se inscriben los motivos
rupestres”... (Ibíd.: 80).
[6] En el municipio San Diego, al Suroeste del PARANOT.
[7] En esta localidad se ubican cinco SAR, entre ellos el de Piedra
Pintada, uno de los sitios emblemáticos del arte rupestre venezolano (cfr.
Páez, 2011).
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